Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Decía Tácito, el historiador romano, que en un espíritu corrompido no cabe el honor. Preocupa, por tal, que el señor Calderón haya hecho costumbre romper sus compromisos
ÍNDICE POLÍTICO
NO HONRA SU PALABRA
El señor Felipe Calderón ha ido acrecentando su fama de incumplidor. Quienes han tenido la mala fortuna de hacer tratos políticos con él, invariablemente acaban quejándose de que no acata todo aquello a lo que se compromete. Falta a su palabra. También se pasa por el arco del triunfo los papeles sobre los que estampa su firma.
Ahí está como ejemplo, conocido por todos, el caso del compromiso roto para no impulsar alianzas partidistas en el Estado de México, para las venideras elecciones de julio.
Aunque él no lo signó, pues físicamente lo hizo quien entonces era su pelele al frente del PAN, el pacto quedó roto en pedacitos, no obstante que los priístas realmente liderados por Enrique Peña Nieto cumplieron su parte y aprobaron elevar el IVA al 16%, crear nuevos impuestos a las telecomunicaciones y bendecir los gasolinazos mensuales, dizque para tapar un boquete fiscal que, después nos enteramos, no existía. Que había sido inventado por el propio Calderón y sus secuaces en Hacienda.
Habrá alianza en el Estado de México, pese a lo anterior.
Calderón, pues, no cumplió la palabra brindada a través de su títere partidista, pues nadie imagina siquiera que el frágil César Nava haya tomado por sus pistolas una decisión de tal envergadura.
En pocas palabras, pues, el ocupante de Los Pinos no le cumplió a Peña Nieto, quien busca sucederlo en la residencia oficial.
Y como Peña hay por doquier quienes se quejan del incumplimiento de la palabra empeñada por Calderón. Alianzas que se han quebrado, pactos que él mismo ha roto, compromisos que no ha atendido. Políticos, empresarios, líderes sociales, prácticamente todos quienes le han tendido la mano, han sufrido la mordida del michoacano.
El caso más recientemente conocido es el del presidente francés Nicolás Sarkozy, quien desde su país pleitea directamente con la fallida Administración de Calderón.
Y es que si usted leyó la entrega del Índice Político de ayer miércoles, habrá encontrado que en el comunicado que por correo electrónico se hizo llegar a los nacionales franceses radicados en México se habla de que Calderón no cumplió aquello a lo que se había comprometido. Textualmente, en una traducción libre, el mensaje dice: Sabemos de dos fuentes que el ejecutivo mexicano ha intervenido en favor de la confirmación de la decisión de la apelación, en contra de sus compromisos. Es un día triste.
Y al transcribir el párrafo, como seguro usted al leerlo, me pregunté cuál era el compromiso. La mañana de ayer, a través de mi admirado colega René Delgado, conocí la respuesta.
En su colaboración radiofónica semanal, Delgado dio a conocer que existe una carta que Felipe Calderón dirigió a Nicolás Sarkozy, fechada el 6 de febrero de 2009 en las vísperas de la visita del jefe de Estado galo a nuestro país–, en la que el ocupante de Los Pinos se compromete a revisar la posibilidad de extraditar a su país natal a Florence Cassez, concluido el proceso judicial, ya ella con sentencia firme.
Tal carta de Los Pinos al Palacio del Eliseo diría textualmente:
una vez que la defensa de la señora Cassez Crepin agote los recursos que la ley mexicana le concede y en el caso de quedar firme una sentencia condenatoria, se podrá explorar la aplicabilidad del Convenio sobre Traslado de Personas Condenadas, adoptado en Estrasburgo, Francia, el 21 de marzo de 1983.
Y no cumplió. No hubo siquiera un asomo de posibilidad de que Calderón cumpliera el compromiso, al calce del cual estaba su firma.
Se entiende ahora no sólo el contenido del mensaje del que le platiqué ayer, incluso el enojo del mandatario francés ante estas actitudes poco serias, infantiles y, claro, berrinchudas que surgen de Los Pinos.
Esta vez Calderón no se topó con un Peña Nieto defraudado porque aquel no sostuvo su palabra, no respetó la firma que, a través de su pelele, atestiguó su entonces secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont.
Esta vez se enfrenta al jefe de Estado de una nación poderosa que, con razón, reclama la falta de seriedad de quien aquí ya sabemos es poco serio.
No honra su palabra. Y continúa llevando al país al peor de los descréditos internacionales, amén del borde del desfiladero al que nos ha empujado.
Índice Flamígero: Dijo hace dos noches el experto Miguel Sarré a Hannia Novel, en Proyecto 40 que, en el caso Cassez, los tribunales no actuaron con independencia porque están sometidos al Consejo de la Judicatura Federal, que está integrado por el guanajuatense Daniel Cabeza de Vaca quien fue parte del caso como procurador general de la República. Paso de ser parte a ser supervisor del órgano de control del juez y eso es peor que ser juez y parte. Que la única autoridad absolutamente imparcial es la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y que por tal, el caso debe anularse y debe atraerse por la Suprema Corte para que den su última palabra antes de que el caso llegue a los Tribunales Internacionales.
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