Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
VER
En su viaje de regreso de Tierra Santa, el Papa Francisco afirmó, en respuesta a una pregunta de los periodistas, que “el celibato no es un dogma de fe”. Lo cual no es novedad; siempre así se ha dicho. Sin embargo, de inmediato se soltaron las especulaciones. Ignorantes o perversos, dijeron que el Papa ya había abierto la puerta para eliminar el celibato sacerdotal, lo cual es absolutamente falso.
Alguien afirma que “en la sociedad moderna hay una creciente corriente que pide el fin obligatorio del celibato sacerdotal, porque atenta contra la naturaleza humana”. Por otra parte, se difundió una carta al Papa, escrita por unas mujeres europeas que en forma indebida conviven maritalmente con sacerdotes, pidiéndole que cambie esta disciplina de la Iglesia, porque, dicen, “un hombre obligado al celibato es algo que va contra natura. Si se permitiera que los sacerdotes que así lo deseen puedan casarse, se acabaría con muchos sufrimientos y se haría un gran bien a la Iglesia”. Se ve que hablan por interés propio, no por el bien de la Iglesia, pues la mayoría de los fieles valora mucho que sus sacerdotes sean célibes, totalmente consagrados a Dios y a la comunidad.
PENSAR
Jesucristo decidió no casarse, para estar íntegramente consagrado a su misión salvadora. No puso como condición a sus apóstoles que fueran célibes, aunque éstos lo dejaron todo y lo siguieron, para entregarse de lleno a sus tareas apostólicas. En la Iglesia de los primeros siglos, había sacerdotes casados, y los hay, hasta el presente, en el rito oriental católico. Sacerdotes anglicanos convertidos al catolicismo que eran casados, así permanecen.
Dijo el Papa: “La Iglesia católica tiene sacerdotes casados. Los católicos griegos, los católicos coptos. Hay sacerdotes casados en el rito oriental. Porque el celibato no es un dogma de fe: es una regla de vida que yo aprecio tanto y creo que es un don para la Iglesia. No siendo un dogma de fe, está siempre la puerta abierta: en este momento no hemos hablado de esto, como programa, al menos en este tiempo. Tenemos cosas más fuertes que emprender”. Es decir, este asunto se puede discutir, pues no es una verdad definitiva de nuestra fe, como son los dogmas. Pero no pienso que en la intención del Papa esté cambiar la normatividad actual.
El Espíritu Santo ha iluminado a su Iglesia no para imponer el celibato a los sacerdotes, pues eso sí sería contra la naturaleza humana, sino para preferir las ventajas de poner como requisito para ser sacerdote el permanecer célibe toda la vida. A nadie se le obliga; es una decisión personal. Si alguien no quiere, o no es capaz, no se le acepta para el sacerdocio, pues la Iglesia quiere hombres que, con un corazón indiviso, se consagren íntegros a esta bella vocación.
Yo soy muy feliz, porque decidí permanecer célibe toda mi vida. Lo decidí libre y conscientemente. Quise consagrar toda mi integridad a Dios y a su Pueblo. No me arrepiento de ello, sino todo lo contrario, pues ha sido fuente de inagotable fecundidad pastoral. No me siento fracasado o disminuido, sino plenamente realizado, generador de mucha vida, padre espiritual de miles de personas, libre para servir donde Dios me llame, disponible para las encomiendas que se me hagan, sin ataduras; en una palabra, me siento muy fecundo, con un corazón abierto para amar, sobre todo a quienes no son amados. Por ello, quisiera que muchos jóvenes descubrieran la belleza de este camino celibatario, cuando se asume por amor. Quien diga que el celibato va contra la naturaleza humana, tiene su mente muy embotada por la carne y por los criterios de este mundo; no sabe lo que dice. Que nos lo pregunten a quienes lo vivimos gozosamente, no a quienes han traicionado su compromiso, pues éstos quisieran justificar sus infidelidades. Es como si les preguntaran a esposos infieles si es normal la infidelidad, responderían afirmativamente; pero ellos no son criterio de verdad y de bien.
ACTUAR
Ayudemos a nuestros sacerdotes a vivir con gozo su consagración. Agradezcamos su generosidad. Animemos a los seminaristas a asumir este estilo de vida. Oremos por su fidelidad.