Libros de ayer y hoy
EL HARTAZGO.
Estamos hasta la madre dice el poeta y escritor Javier Sicilia tras la violenta pérdida de su hijo. Lo que dice el hombre de letras es lo que podemos decir, sin reticencias, muchos ciudadanos que en muchos casos viven en la ofuscación producto de los estragos que provoca la delincuencia, la violencia estúpida y la impunidad que se regodea.
Masacres en uno y otro punto de la geografía nacional, crimen sin castigo, el limbo en materia de justicia, descomposición que se expande bajo el color rojo del líquido hemático que salpica.
Evidentemente estamos hasta la madre porque el nivel de desesperación es insoportable, se habla de la guerra contra el crimen organizado, solo que los ahora denominados daños colaterales se multiplican, se trata de asesinatos que suelen quedar debajo de la impunidad.
Alejandro Martí, otro ciudadano al que le asesinaron a su hijo, ya les dijo a los funcionarios públicos encargados de la procuración e impartición de justicia si no pueden renuncien, nadie se fue, todo sigue igual o peor.
Nuestro Estado desnuda sus deficiencias, la clase política planifica campañas, la rebatinga en las cámaras legislativas aborda muchos temas, pero muy pocos de trascendencia. El tiempo transcurre y los ojos de muchos actores se fijan en el escenario futuro del año 2012 con su corte de tramoyistas, vendedores de productos milagrosos para posicionar candidatos, recetas mágicas para atracción del poder.
Mientras muchos se enfilan solo a los tópicos electorales una gran porción de nuestra población vive en la pobreza, el desempleo es caldo de cultivo para la irrupción de más delitos de índole patrimonial. No se trata de criminalizar a los pobres porque sería un desfiguro, solo que no se ven respuestas.
Lo sé de cierto que la mayoría de mexicanos no son malos, mucha gente trabaja de sol a sol, muchos son prósperos gracias a su creatividad y talento, no todas las fortunas son consecuencia del tráfico de influencias ni de la corrupción.
En los últimos años hemos vivido, como diría Dante, en el inframundo, en los infiernos. La delincuencia ha permeado hondamente, ¿acaso podría irnos más mal?
La impunidad significa que no hay castigo para quienes violentan nuestros ordenamientos jurídicos, para algunos se trata de un suculento negocio, para otros un viacrucis. Nadie repara en los derechos de las víctimas que en los últimos años han ascendido en cantidad y dramatismo.
Las leyendas urbanas están tapizadas de historias reales en las que la injusticia es la estrella de la obra, la desesperanza es actriz de reparto y la impunidad la apuntadora de la tragedia que los mexicanos observamos cotidianamente, ¿quién tutela nuestros derechos en la práctica?