Matan a 5 personas en ataque contra bar Bling Bling de Cuautitlán Izcalli
¿Por qué es necesario reconocer una sonrisa fingida? Cuando nos encontramos con alguien que no nos simpatiza podemos mostrar, momentáneamente, una expresión instintiva de rechazo, seguida de una sonrisa forzada y un saludo. Nuestras vidas están llenas de una mezcla de expresiones que van de lo verdadero a lo falso. ¿Los esfuerzos que realizamos realmente logran enmascarar nuestro rechazo inicial? ¿Qué tan eficientes somos en ocultar nuestros sentimientos? La importancia de la respuesta a esta pregunta no solamente implica que logremos mejorar nuestras relaciones sociales. La investigación forense, la seguridad, por ejemplo, en los aeropuertos, los negocios y la política, entre otras áreas pueden beneficiarse mucho del estudio formal de estos aspectos de nuestra vida cotidiana. El reconocimiento biométrico y todo lo que se deriva de las distintas expresiones es un área de investigación de mucha relevancia. Por supuesto tiene mucho que ver con el funcionamiento de nuestro cerebro, cada día lo entendemos mejor y derribamos más mitos a este respecto. Desde hace tiempo se sabe que la gente discrimina sonrisas falsas de las reales gracias a los músculos que rodean a los ojos. Las expresiones faciales son las que nos orientan en la discriminación de ambos casos, a veces músculos muy específicos (por ejemplo, el orbicularis oculi) garantizan la veracidad de la expresión al ser accionados. Algunos movimientos son involuntarios y se producen en fracciones de segundo; se les llama micro-expresiones. Es posible demostrar, científicamente, que breves cambios emocionales que se muestran en los ojos (micro-expresiones faciales que reflejan emociones verdaderas) pueden ocultar con éxito nuestro desagrado si usamos simultáneamente usamos movimientos posteriores de la boca (por ejemplo, una media sonrisa). De la misma manera, los movimientos de la boca en una cara inhiben la detección consciente de todos los tipos de micro-expresiones de desagrado que mostremos, incluso cuando los espectadores están enfocándose totalmente a la región del ojo. Este enmascaramiento sólo funciona en una dirección, sin embargo, ya no se observó ningún efecto de disimulo cuando el cambio de boca precedió el cambio de ojo. Estos resultados proporcionan la evidencia científica para comportamientos cotidianos de como una sonrisa en el momento adecuado puede ahorrarnos muchos problemas. También nos explica la razón por la cual tenemos tantas dificultades para discriminar entre ambos casos. Aunque es todavía un poco controversial, varios estudios han sugerido que las micro-expresiones pueden servir como señales de autenticidad. Además, muchas señales faciales tanto estáticas como dinámicas han sido estudiadas por su capacidad para distinguir sonrisas genuinas de sonrisas falsas. Un ejemplo es la pequeña asimetría de la parte de cara de izquierda con la derecha, la velocidad de los movimientos faciales, y la velocidad de parpadeo que se presenta en un momento de décimas de segundo y nos ayuda a discernir entre expresiones emocionales genuinas de las falsas. También se ha demostrado que existe una rica variedad de factores que aún no han sido explotados totalmente para juicios reales de autenticidad. La exactitud promedio que tiene un ser humano en elegir expresiones genuinas de falsas en fotografías de la cara es –en el mejor de los casos- alrededor del 70%, muy lejos de la perfección. Esta baja capacidad no mejora fácilmente por aprendizaje o por experiencia y no sabemos a ciencia cierta cuántos indicadores usamos en el instante para decidir al respecto. Es así como podemos explicar fácilmente la dificultad en juicios de autenticidad, señalando los errores frecuentes que las personas cometen al detectar mentiras, como la aplicación de sesgos cognitivos y la involucración emocional directa de ambas partes. Otros estudios se han centrado en factores perceptivos o de atención. Sostienen que pueden surgir dificultades en discriminar sonrisas falsas de verdaderas debido a una omisión o falta de atención a las señales de autenticidad adecuadas por observadores humanos, porque tales señales son sutiles y poco frecuente en la mayoría de los casos. En este caso todavía la comunidad científica está en proceso de debate. Así es que, cuidado: es muy fácil resultar engañado y ni siquiera necesariamente de manera consciente por otro individuo, ya que la sociedad nos ha enseñado a hacerlo de manera magistral para sobrevivir. Quizá –como se ha teorizado- ésta capacidad nos dio la ventaja comparativa sobre los hombres Neandertal en su momento para garantizar nuestra supremacía.