Libros de ayer y hoy
BEJALTIK
(Muchos Caminos)
F. Darinel
¿Qué me importa que se borren
los caminos de la tierra
con el agua
que ha traído esa tormenta?
Mi pena es porque esas nubes tan negras
han borrado las estrellas.
León Felipe
PARA ELLAS
LOS CAMINOS DE HOY
El verdadero reconocimiento
Hoy ocho de marzo, festejamos el Día internacional de la Mujer y después de tanto festejarlo y festejarlo, todavía nos asoma la pregunta de cuánto en realidad lo festejamos con actos y con reconocimiento verdadero, ese reconocimiento consuetudinario que no debe dejar de existir, el reconocimiento que está más por encima de papeles y placas, de conferencias y muestras, de marchas y buenos discursos, de pancartas y de platicas de café, pues ese reconocimiento del que hablo, se restringe a un solo concepto; muy difícil de cumplir por ciento, y que se llama respeto.
Discriminadas
Así tenemos que aquello que Juan Sánchez Andraka, un día consignara en su libro Debe amanecer, en donde menciona que nuestra absurda sociedad todavía sigue mirando y decidiendo que existen mujeres de primera, de segunda, de tercera y tal vez hasta de décima categoría, pues todavía hasta la fecha no hay quien se pare en un camión de transporte colectivo o foráneo, para cederle el asiento a la tojolabal o a la tzotzil que hambrienta y sudorosa, va viajando de píe y con un hijo a sus espaldas. Todavía no nos acostumbramos al reconocimiento; y más que acostumbrarnos, todavía no entendemos que debemos de reconocer diariamente, mediante el respeto y la sensatez a la ama de casa, a la hija, a la abuela, a la sexoservidora, a la religiosa a las mujeres pastoras, a las mujeres militares, a las presidiarias y a todas aquellas que por el hecho magnifico y grandioso de ser mujer, todavía no las reconocemos como debiera de ser, todos los días.
Las olvidadas
Hoy pues que es día internacional de la Mujer, vaya mi reconocimiento en primer lugar para todas nuestras madres, quienes con su posibilidad de existencia, su vida y su paso por este mundo, nos dieron la oportunidad de vivir, de trabajar y de disfrutar este hermoso mundo; mi reconocimiento a las mujeres periodistas, que como bien lo dijo anoche la maestra Antonieta González, resulta ser una de las profesiones más difíciles, duras y peligrosas para una mujer; mi reconocimiento a nuestras hijas; mi reconocimiento a la prueba tan difícil y hormonal, que mes a mes deben enfrentar como una prueba de vida; mi reconocimiento a las que subyugadas y golpeadas intentan recuperar de alguna forma y por alguna parte, de nueva cuenta su dignidad; mi reconocimiento a las que de puerta en puerta ofrecen verduras así haya frío, lluvia o calores agobiantes; mi reconocimiento sentido y verdadero, a las que en este momento agonizan debajo de las garras del alcohol, o
bien en estos momentos agonizan ante el embate del cáncer; mi reconocimiento a las que en estos momentos, bajo un sol asesino atraviesan el desierto en búsqueda de nuevas y mejores oportunidades; en suma mi reconocimiento para todas las olvidadas y de las que jamás se hace mención en tertulias pedantes, en círculos que apestan a intelectual y bonitas y bien arregladas arengas políticas, que en nada dignifican a las mujeres.
Tan solo
Este día tan importante, como el 10 de mayo, como todos los días del año, debe multiplicarse y convertirse en 365 días hábiles, para que sean siempre internacionales y de la mujer. He aquí pues que mamá, la hermana, la hija, la que pasa a nuestro lado, la madre de cualquiera, la madre de todos los tiempos; mujer al fin, que nos dan la posibilidad de intercambiar estas ideas, y todas las mujeres en general, deben ser susceptibles de la entrega y de la igualdad por la que llevan siglos luchando. Basta de mentiras y de buenas promesas, basta de hipocresías y basta de poemas cursis en donde la mujer solo es un sueño
la mujer es sencillamente un ser humano que debe y merece ser respetado.
Es cuanto