Libros de ayer y hoy
BEJALTIK
F. Darinel
¿Y SI FUERAMOS MUJERES?
LOS CAMINOS DE HOY
A otra cosa
Cuándo nos preguntamos los hombres qué se siente ser mujer, es muy seguro que por más esfuerzos que hagamos nunca lo lograremos, solo sabemos; sí así bien lo entendemos y aceptamos, que eso resulta, más que solo alabarlo hipócritamente como un triunfo, o la estupidez de un desprecio, resulta un verdadero misterio y un sencillo paradigma de respeto y reverencia. Así que hoy que festejamos a ellas, las dadoras de vida, bien vale echar una mirada hacia su dignidad y hacia el otro lado que desconocemos y que solo una elucubración atrevida e irreverente, como la de Joaquín Sabina o Mario Benedetti, nos pueden hacer reflexionar. Por ello hoy que festejamos a las mujeres, que mejor que las reflexiones, de dos grandes de las letras hispanoamericanas:
Si yo fuera mujer
Joaquín Sabina
Si yo fuera mujer, tendría que empezar por abrirdel todo el telón de fondo del mito virginal,y del hombre macho.Si yo fuera mujer, podría publicar,miles de razones del secreto de Don Juan,las
carcajadas nos harían llorar.Si yo fuera mujer, a mi no me tocaba un tonto con coche,y música de fondo y pose de John Wayne,me daría el gusto de violarle a él.Y así nada de igualdad,muerte al violador, premio a la infidelidad,desearía probar eso que ellos llaman nuestra libertad,si yo fuera mujer, si yo fuera mujer,yo me tendría que querer.Si yo fuera mujer no me casaría,nada de sostén,nada de pastillas que las tome el y ahora que lo sabes,ahora tómame.
Si Dios fuera mujer
Mario Benedetti
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
Es cuanto.