
Humildad y distinción
BEJALTIK
F. Darinel
REALIDAD, 2ª PARTE
LOS CAMINOS DE HOY
En caliente
El día de ayer les di a conocer la primera parte de una carta muy especial, de la que aseguré que el sábado daría la continuación, pero me quede meditando y consideré prudente que era mejor que fuera ya de una buena vez hoy, para que aquellos que lo leyeron y tengan frescas las primeras reflexiones, y todavía no hayan olvidado de lo que trataba, sin esfuerzo recuerden y continúe con esta lectura. Por cierto esta carta por años estuvo en el olvido, pero una vez que fue rescatada de ese olvido, inició la circulación de miles de copias, una carta que nos define, enseña y nos muestra la facilidad con la algunas personas acceden a lo que desean, donde no falta el poder y la política, pero que también, en esta segunda parte, nos enseña otro de los problemas que parten a un hombre y que lo envilecen.
Ayer, el párrafo final de la primera parte fue el siguiente y de ahí empaten o unan la segunda parte. Dispongo el párrafo final como recordatorio, para saber dónde quedamos y que de qué estaba tratando el texto:
El ingenio no es patrimonio de los niños o jóvenes que (no) han realizado ningún (esta palabra podría omitirse) esfuerzo para adquirir lo que necesitan.
2ª parte
Y hoy la continuación de esa primera parte y con ello termino y no agrego más al final, puesto que la reflexión solo queda para todos Ustedes; amables lectores:
El valor de las cosas, lo determina el esfuerzo que se realiza para adquirirlas y cuando todo puede obtenerse sin realizar ninguno, se pierde la noción de los que el esfuerzo vale y se ignora el importante papel que éste desempeña en la resolución de los problemas importantes de la vida, y el tiempo que nos sobra, nos aleja de la virtud y nos acerca al vicio, y éste es el otro factor negativo para los que nacen al amparo de las posiciones ventajosas.
Todos los padres generalmente recomiendan a los hijos huir de los vicios. Yo he creído siempre que existe un solo vicio, que se llama exceso y que de éste, deben todos los hombres tratar de liberarse. Yo conozco casos de muchas personas que de la virtud hacen un vicio, cuando se han excedido en practicarla. Procura siempre no incurrir en ningún exceso y nadie podrá decir que tengas un solo vicio.
El objetivo lógico de todo hombre que se inicia en la lucha por la vida, debe de encaminarse a obtener todo aquello que le es indispensable para la satisfacción de sus propias necesidades. Obtener lo indispensable y hasta lo necesario resulta relativamente fácil para un hombre honesto, que no practica ningún exceso que le reste su tiempo y le mengüe los ingresos de su trabajo. Cualquier esfuerzo encaminado a realizar estos propósitos, estará siempre justificado y es siempre reconocido por todos nuestros semejantes, pero si se incurre en el error, tan común desgraciadamente, de caer bajo la influencia de lo superfluo, todo sacrificio resultará estéril, porque el mundo de lo superfluo es infinito, no reconoce límites y son mayores sus exigencias mientras mayor satisfacción se pretende darle.
Es lo superfluo el más grande enemigo de la familia humana, y a este imperio de la vanidad se ha sacrificado mucho del bienestar y de la tranquilidad que los hombres disfrutarían, si a sus imperativos hubieran logrado substraerse, y se ha perdido mucho del honor que en el holocausto a lo superfluo se ha sacrificado.
De todas estas verdades, solamente pueden librarse los que, teniendo un espíritu superior, llegan a constituir las excepciones de las reglas que siempre se refieren a los casos normales. Si tú logras constituir una de esas excepciones, tendrás que aceptar que has sido un privilegiado del destino, logrando así para honor tuyo y satisfacción de tu padre, librarte de los precedentes establecidos y podrás crearte una personalidad propia, cuyo merito lograrás sin esfuerzo que todos reconozcan.
Estos son los deseos de tu padre y lo serían de tu madre, si a ella el destino no la hubiera privado de la infinita ventura que una madre debe experimentar, cuando su hijo primogénito llega a su mayoría de edad, sin haberles dado a sus padres un motivo de rubor o pesar, como es el caso tuyo.
General Álvaro Obregón
Agregado
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Es cuanto.