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Libros de ayer y hoy
BEJALTIK
F. Darinel
…
y canta y juega el viento en el camino
y en el cauce el arroyo cristalino
y en el rubio trigal las amapolas
Marcos R. Blanco Belmonte
(Fragmento; poema: El violín de Yanko)
INOLVIDABLE
LOS CAMINOS DE HOY
La vida es una mezcla de sorpresas continuas, y justo cuando algo malo o bueno ocurre, a la par de esos sucesos sobrevienen otros especiales, que hacen que el primer suceso se convierta en prácticamente inolvidable.
Comento lo siguiente, porque ya ven que ayer les compartí una inmensa alegría que me embarga, y justo cuando esto está pasando se aparejan otros eventos, que esta alegría, independientemente de convertirla en inolvidable, la marcan también para una reflexión continua.
Respeto mucho las creencias de todos, y en este espacio de opinión jamás he intentado o me he inmerso en discusiones o diatribas denigrantes hacia cualquier credo religioso, lo cual de ninguna manera romperé esa línea esta vez.
Ciertamente que en algunas ocasiones he reflexionado sobre la intolerancia religiosa, pero jamás he realizado comentarios ácidos hacia ninguna religión, siempre; en este aspecto me he conducido con el mayor de los respetos.
Lo anterior lo comentó, porque mi libro favorito de la biblia es el de Job, y lo digo y lo manifiesto así, sin apegos religiosos, sino de forma fría, lo cual puede causar resquemor, y por ello anticipo que no intento agredir la creencia de nadie, pero lo comentó como lo que es, un gran libro sapiencial y de mucha enseñanza para la vida.
Pues bien, justo cuando llega ese gran evento para mi vida, ayer, aparejándose a eso, e pronto estuve en medio de una reflexión sobre ese gran acto de fe que manifiesta Job en la biblia, un hombre que después de ser muy rico, cae y muere en la peor de las desgracias.
Y la reflexión llegó en un momento importante de mi vida; llegó otra vez Job, con la muchas veces incompresible y difícil fe, para hacerme ver que todo es efímero, a pesar de alegrías, y de pareceres a perpetuidad.
Job nos demuestra que es momento de disfrutar la infinita alegría terrena sanamente, porque no sabemos cuándo la desgracia y el infortunio nos pueden alcanzar y llegó esa reflexión que amalgama y hace inolvidable mi euforia, un 1º de octubre, un día antes de conmemorar algo inmemorial también el 2 de octubre.
2 de octubre, que conmemora la injustificada masacre de jóvenes estudiantes en la Plaza de Las Tres Culturas, los jóvenes de siempre, que hoy como ayer, son el Job que tiene una fe a prueba de fraudes, a prueba de mordazas, a prueba de mil crisis económicas y de injusticias eternas.
Esos jóvenes que hace 44 años pretendieron acallarlos para siempre, soterrarlos a base de miedo, hoy como nunca nos damos cuenta en las nuevas expresiones y movimientos juveniles sólidos y de mucha fe, que esas voces están totalmente insepultas, están vivas y eternas.
Y a pesar que vendrán los mil y un Díaz Ordaz, que vendrán más grupos de poder, más salinismo, la fe del Job de la juventud está y estará por siempre, no lo podrán acallar fusiles, ni golpes de metralla, no los puede acallar el dinero por eso hoy, un tributo a los jóvenes mártires de Tlatelolco.
Aquellos que en esa triste y sufrida noche, los de la noche de una matanza despiadada; noche de sacrificio de niños con sueños de libertad, son los que nos enseñan y dejan perene la muestra más grande de valor civil y de libertad de expresión.
Esa libertad de expresión que también es entrega y sacrificio en el ejercicio diario del periodismo, no la que es extorsión que deja secuelas de miedo y solicita apoyos, y desplegados inmerecidos, cuando se ha sido igual de truhan, que los truhanes señalados.
No, sino la libertad en ejercicio critico, serio y profesional, como la de Juan de Dios García Davish, que para conocer las penurias de los inmigrantes que cruzan de manera ilegal el desierto gringo, también decidió correr ese riesgo para conocer a fondo el problema.
Un amigo, a quien desde aquí le envío mi más cordial felicitación, por saber que se encuentra ya libre y sano en su casa; allá en Tapachula, después que fue detenido por una horda de malhechores disfrazados de policías, cuando al estar cubriendo una violenta manifestación, fue secuestrado y vapuleado por estos forajidos, aun cuando honrada y valerosamente realizaba su trabajo.
Esa es la entrega, igual a la de mi amiga; también, Gaby Coutiño que para conocer las penurias de los inmigrantes centroamericanos, ha viajado en rutas peligrosas de Oaxaca al lado de ellos, en manifestaciones y periplos de ellos.
Esa es honradez y valentía, no la pseudovalentía con la que se expresa López Doriga, al decir en una red social que los huevos que le arrojaron a la vil y falsa comunicadora de Adela Micha, son los que le faltan a sus agresores.
Porque en realidad la valentía le falta a Doriga, que es un heraldo y bufón de los nuevos dueños del poder, o más bien los siempre dueños del poder, él que al igual que esa mujer, que por mayor merito tiene sus sonados romances con políticos encumbrados, no son más que los engañadores del pueblo, pues retorciendo, ocultando y siendo tendenciosos con la información, le hacen creer que los malos y los perversos son otros.
De ahí que no haya sido raro que hasta Peña Nieto, se haya solidarizado con la gran periodista, que tan solo es un engaño y un constante fraude de información, fraude y engaño al servicio del salinismo.
Por eso, hoy que la fe de los jóvenes se recuerda por un acto vil y sangriento, como una de las más claras muestras de rechazo a la juventud valiente y decidida, hoy en medio de alegrías y penas, en medio de crisis y violencia, no queda más que saber que con la fe jobiana de esos jóvenes, aunado al esfuerzo continuo es posible un nuevo amanecer.
Y para despedirme hoy de Ustedes; amables lectores, dejo las dos últimas cuartetas de la canción de un eterno joven que cree en una revolución continua; el cubano Amaury Pérez, quien escribió al final de su trova: No lo van a impedir; y cito:
No lo van a impedir los generales,
ni adorables doncellas pervertidas,
ni apelables procesos judiciales,
ni perros, ni cometas, ni suicidas.
No lo van a impedir, ni prohibirlo,
ni novios convencidos y hechiceros,
no lo van a impedir las soledades
a pesar del otoño . creceremos.
Es cuanto.