Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Queridos hermanos feliz domingo, feliz camino cuaresmal de conversión de nuestros corazones. Como ya he mencionado el Papa Francisco nos ha enviado su mensaje para esta cuaresma, proclamándonos: «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8)
Como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?; el mismo Papa nos responde:
En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa “24 horas para el Señor”, que deseo que se celebre en toda la Iglesia —también a nivel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración
Así pues, como Arzobispo de esta Diócesis los invito a unirnos a esta iniciativa del Papa Francisco. Desde nuestras familias, comunidades y parroquias arriesguémonos a creer en Cristo, Él es el único que puede darnos la paz que tanto anhelamos por la fuerza de la oración y el compromiso de amor solidario con el hermano necesitado. Vivamos intensamente con el Papa esta jornada de 24 horas para el Señor, para que no caigamos en la indiferencia ante tantos hermanos necesitados. Dios nos pregunta siempre, ¿Dónde está tu hermano? Que en esta cuaresma podamos responderle, Señor, está aquí en mis manos, sanándolo, alimentándolo, cuidando de él.
Con corazón de Padre, Hermano y Pastor les invito a que aprovechemos esta cuaresma y fortalezcamos en serio nuestros corazones con el ayuno, la abstinencia, la oración y la caridad.
Les recuerdo que toda penitencia como el ayuno y la abstinencia tienen que ser de corazón y tienen como finalidad lo siguiente: Por una parte hacemos penitencia para dominar nuestras pasiones y así tener un corazón libre, donde hay menos espacio para las tentaciones y el pecado, y más espacio para el amor a Dios y al hermano; y por otra parte nos dan la oportunidad de poder compartir todo aquello que hemos ahorrado, por decirlo así, con los hermanos más necesitados. No dudemos del amor de Dios, seamos capaces de reconocer la grandeza de Dios y nuestra pequeñez y necesidad de él; acerquémonos en esta cuaresma al sacramento de la confesión, es el tribunal de la misericordia Divina, el único tribunal donde el culpable es absuelto y renovado; alimentémonos de la Eucaristía, presencia Divina, alimento de vida y demos el paso a una fe activa, una fe que no se encierra en el templo, sino que es vida en la sociedad que necesita que tú y yo seamos una bendición, un signo de esperanza para nuestros hermanos más necesitados.
Fortalezcamos nuestros corazones.
Feliz cuaresma, feliz camino hacia la resurrección.