
Sorprende a regios supuesto meteorito
MONTERREY, NL., 15 de junio de 2025.- Alejandro Maza se enamoró de su esposo, José Vicente Reyna, desde la primera vez que lo vio, pues en sus palabras, él experimentó lo que comúnmente se denomina amor a primera vista. Desde aquel momento él supo que José, Pepe, sería su esposo y el futuro padre de su hija, Ale.
Durante años, Alejandro contó que pidió convertirse en un esposo y en un papá. Afortunadamente, el día que conoció a Pepe su deseo se le concedió porque, además de encontrar en él a quien llamó su alma gemela, encontró que ambos también compartían un panorama de vida similar.
“Para mí, personalmente, (el ser padre) fue una decisión que yo siempre había querido, que yo siempre había querido tomar, que siempre había soñado en tener. Siempre me acuerdo que, cuando era adolescente o alrededor de los 18 años, yo decía ‘yo quiero formar mi familia, ojalá que pueda tener mi esposo, mis hijos’, pero siempre lo pensé de una manera en la que yo lo iba a lograr siendo yo, con mi orientación”, expresó Alejandro.
Cuando tanto él como Pepe decidieron convertirse en papás, alrededor de 2010, habían tenido para entonces muchas pláticas al respecto, entre ellas, aquellas en las que se consideró incluso una boda en Canadá, puesto que era el en aquel entonces país en donde el matrimonio igualitario estaba permitido.
Una vez tomada la decisión de ser papás, hicieron diferentes intentos por diferentes vías. Finalmente, la que resultó ser la más factible, fue en la que uno fuera el donante y una persona, cercana y querida para ambos, fuera la otra.
“La verdad es que hicimos muchas cosas cuando Ale estaba recién nacida; nos la poníamos en el pecho acostados para que nuestros latidos se sincronizaran, o sea, muchas cosas de apego y de conexión”, relató Alejandro, recordando el momento con una sonrisa.
Sin embargo, aunque su papel como el papá de Ale era el que él tanto soñó y uno por el que él tanto pidió, también representó un reto; los dos papás eran trabajadores y, en el caso de Alejandro, él se encontraba apenas iniciando su vida profesional. Por lo tanto, aquella etapa de su vida se podría describir como un giro de 180 grados, uno de los tantos que, a lo largo de su travesía con Ale, le ha gustado.
“(Tras el nacimiento de Ale), me di cuenta de que mi capacidad de amar y el amor que tengo para Ale no se comparan con nada, o sea, (Ale) es todo, es mi mundo, o sea, mi mundo entero gira alrededor de ella, es mi prioridad para todo; nunca puedo tomar una decisión sin pensar cómo la puede impactar o afectar a ella y a mi familia”, explicó.
Ale, Alejandro y Pepe: el precedente histórico en México “Históricamente y culturalmente, el tema de los roles de género siempre ha sido muy marcado en la historia del país, viene muy arraigado que ‘la mujer es la mamá, es la que da el cariño, es la que cuida y es la que se encarga de la casa, y el papá es el proveedor’, pues en este caso rompíamos completamente con ese esquema sociocultural que venía perpetuado por los roles de género. “Entonces, cuando nosotros empezamos a ser visibles, pues era mucho shock porque nosotros, sin saberlo, estábamos siendo parte de una nueva ola de paternidades”, explicó Alejandro.
Especialmente, porque tanto Pepe como él hacen ambas; colman a su hija de cariño y actúan como proveedores del hogar. No obstante, el romper con el esquema que la sociedad tenía preestablecido, los hizo blancos de comentarios que no venían al caso. Lo anterior aunado a múltiples desafíos puesto que, los roles de género, se encuentran incluso hasta en los baños de hombres, en donde continúa sin haber mesa cambiadora.
“Nos tocó mucho pelear con lo que era la cultura, con cómo ven a la figura del hombre en una familia y donde nosotros hemos probado que un hombre no es nada más un proveedor, o sea, un hombre puede ser capaz de dar cariño, de dar cuidado, de ser tierno, de ser sensible, de ser empático y de llevar una crianza bastante, bastante digna”, comentó.
Alejandro, Pepe y Ale recibieron visibilidad internacional a partir de 2013, cuando inscribieron a su hija al colegio The Hills Institute, el cual no contaba con ninguna afiliación religiosa. “Ese mes, que estuvo Alejandra en esa escuela, a la semana me llamó la directora, que querían hablar con nosotros y conmigo, principalmente; como yo estoy en el acta, como que se dirigían a mí y le restaban importancia a Pepe porque él no estaba en el acta. Ese es otro tema muy complicado de las homoparentalidades”. Una vez en el colegio, relató, lo recibieron acusándolo con “es que tú sabes lo que hiciste” y “tú sabes lo que hiciste que está mal”, mas al preguntar a qué se referían, le contestaron que:
Ser como eres, yo soy muy open mind, pero aquí la gente no lo ve bien”. Los directivos en aquel entonces de The Hills Institute, contó, redactaron una carta en la cual violaban completamente sus derechos humanos; establecieron condiciones para que Ale permaneciera en el instituto, entre éstas, que no se presentaran los dos o que no interactuaran con personas de la escuela.
Es por ello que, cuando unas semanas después lo citaron, Alejandro tenía un presentimiento raro. Su sexto sentido lo llevó a decidir que Ale no acudiera a la escuela ese día. Mas, al llegar al instituto ni siquiera les permitieron entrar ni a él ni a Pepe; les aventaron la caja con los útiles escolares de Ale y los guardias les negaron la entrada.
“Realmente nos trataron como criminales, o sea, como si fuéramos algo horrible, no nos dejaban entrar, había guardias y había gente de seguridad y, o sea, como si nosotros fuéramos a hacerle un daño a alguien”, a lo que se pregunta: ¿cómo podían verlos como una amenaza cuando ellos simplemente estaban preocupados por su hija?
Así, en aquellas condiciones, le dieron la noticia a su esposo, Pepe, de que Ale estaba expulsada basándose en el derecho de admisión el cual, detalló Alejandro, era algo que usaban continuamente para echar a las personas justificándose con “que si la mamá, que si el papá estaba tatuado” y muchos casos más.
Después de su primera nota periodística, que daba a conocer el caso, Alejandro, Pepe y Ale llegaron a todas partes del mundo, lo que él señaló que fue clave para que su caso se moviera a favor, pese a que ellos no tomaron una acción legal directa; actuaron a través de la Secretaría de Educación Pública y de los organismos de defensa de los derechos humanos.
Los tres hicieron, de aquel modo, un precedente histórico en México, que multa por llevar a cabo este tipo de acciones discriminatorias hacia niños y niñas basándose en el derecho de admisión. “Nos hicimos súper visibles. Vivíamos en nuestra burbujita, pero vimos la necesidad de ser visibles para poder hacer y trabajar en un mundo mejor para Ale estando sujetos al juicio, y al escrutinio, y a todo lo que te puedas imaginar de mil y un personas”, viendo también cómo podían influenciar e inspirar a las nuevas generaciones para demostrarles cómo aquello que sueñas es posible, pero por medio de luchas, perseverancia y resiliencia.
Ahora, más de 10 años después, Ale se encuentra cursando la secundaria, escribieron un libro y Alejandro se convirtió en conferencista para así tratar de visibilizar la cuestión familiar diversa desde su experiencia. La mejor parte de los dos: Ale Alejandro explicó que Ale saca lo mejor de ellos y que para ellos su hija es el sueño logrado que tiene lo mejor de cada uno.
En una sociedad que acostumbró por años invisibilizar a los niños, Ale tiene la confianza de platicarles a sus papás lo que sea y ellos le hacen ver la importancia que tiene su voz, que es escuchada, que es valorada y que es parte imprescindible en la toma de decisiones. “Creo que nuestra vida ha cambiado mucho en esta nueva etapa de Ale.
Siendo adolescente estamos totalmente, o sea, es un tiempo donde requieres mucha atención y cualquier cosita, quizás, a lo mejor que no, puede resultar en cualquier otra cosa. “Entonces tienes que estar atento, tienes que estar ahí, tienes que estar pendiente, más los dramas de los huercos de la escuela y de los chiquillos que si esto, que si la amiga, que si le dejó de hablar que porque le habló el otro niño… O sea, ahorita nuestra vida está alrededor de las cosas de Ale y de estar al pendiente de esta nueva etapa de ella”, expresó Alejandro.
A lo largo de su camino como papá, recordó que así como ha habido momentos maravillosos, también ha habido aquellos en los que ha tenido que hacerles frente a otras personas que no piensan igual, que no han estado en su equipo y que tampoco han estado a su favor.
A Alejandro le ha dolido conocer la naturaleza humana de algunas personas que tienen prejuicios, que son malintencionadas y que quieren hallar cosas donde no las hay.
“Me hacen sentir como si no fuéramos suficientes y Ale nos hace saber siempre que nosotros somos lo mejor del mundo para ella, me dice ‘es que yo no pude tener unos mejores papás que ustedes’”. En su afán por construir un mundo mejor para Ale, Alejandro y Pepe han construido un mundo mejor tanto para su hija como para muchas otras personas.