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AQUISMÓN, SLP., 3 de agosto 2020.- El rafting en el río Tampaón apareció como una de las diez mejores experiencias nacionales para viajeros (cosas para ver, hacer y probar que hicieron los viajes más memorables), según la reconocida plataforma mundial de viajes Tripadvisor, en su selección denominada Travelers Choice 2020-Best of the best. El citado recorrido apareció en la lista principal, junto a paseos en Teotihuacán y degustación de tequila, Chichén Itzá y Riviera Maya, Valladolid con cenote y bufete mexicano, excursión en Tulum, tour gastronómico en Puerto Vallarta, tirolesa en Los Cabos, excursión por la costa maya, canopy river zipline y paseo en mula así como tirolesa de aventura al aire libre y paseo en lancha rápida en Puerto Vallarta. Para la Huasteca Potosina es la segunda distinción que en el año hacen empresas relacionadas con el turismo, apenas en marzo pasado, fue elegida como El mejor destino de aventura 2020 por la más prestigiada revista de viajes: México Desconocido, gracias a sus sorprendentes paisajes e increíbles actividades. Por segunda vez consecutiva, la publicación organizó del 1 al 15 de marzo la elección denominada Lo mejor de México, y en la categoría de Mejor destino de aventura, la Huasteca Potosina fue la ganadora. En los resultados, México Desconocido destacó que el triunfo se dio gracias a lugares maravillosos para vivir unas excelentes vacaciones. ASÍ SE VIVE EL RAFTING Puede parecer arriesgado, pero los amantes de la adrenalina saben que será una experiencia única, y bien lo vale. Quizá los nervios aumenten conforme se acerca el momento, sin embargo, los guías empiezan a dar confianza con sus recomendaciones de seguridad, a los que se suma la provisión de los aditamentos: Chaleco de flotación y casco; sin faltar el remo ligero como el inseparable compañero de la travesía. El vado sobre el río, en las afueras de Tanchachín, es el mudo testigo del desgranar de preguntas y respuestas, de los protocolos de seguridad, de los últimos ajustes, y hasta para terminar de sacar los miedos a las aguas del “Tampaón”, que pueden verse apacibles, ahí, frente a nosotros, pero sabemos que kilómetros abajo la corriente fuerte, las rocas salientes que forman remolinos y aceleradas caídas. Confiamos en la resistencia y la flexibilidad de la balsa, mantenemos la vista en las amarras de donde deberemos sostenernos en el momento indicado, y hacemos uso de toda nuestra fuerza en piernas y pies para mantenernos en el interior de la lancha inflable, conservando el equilibrio en todo momento desde una orilla de la embarcación, la cual empieza a avanzar lentamente, mecida apenas. Atrás se queda la quietud del enorme puente elevado: El gigante en la zona norte de Aquismón nos despide esa mañana mientras va tomando altura en el oriente un sol esplendoroso, y del cual es mejor protegerse con el respectivo bloqueador. Empezamos a remar, tranquilos, casi dejándonos llevar por el caudal, que en ese tramo nos da para calentar el brazo y generar un poco de práctica en tal ejercicio. Ya entrados en calor y también en valor, llega el momento de aprovechar –lo que los expertos llaman- las “aguas planas”, para el primer ejercicio, precisamente, de valentía y de reacción: La estrategia es volcar la balsa intencionalmente para poner en funcionamiento lo aprendido en la breve inducción, y empezar a alertar los sentidos para cuando el percance suceda de verdad y sin avisar en la zona turbulenta. Hay que entender cómo sobreponerse a quedar atrapados debajo de la lancha inflable, que aunque no es pesada, con la eventual desesperación encima puede contribuir al pánico, que se busca sujetarlo a nuestro control emocional. Después hay que tener la fuerza y habilidad para enderezar de inmediato la embarcación y ponérsele de nuevo encima, sin dejar de lado la tarea de rescatar algún compañero. Con el temple cada vez en su mejor nivel, el estruendo que percibimos metros adelante nos avisa que estamos a punto del primer desafío, donde remar y equilibrarse -siguiendo las indicaciones del guía y haciendo una buena tarea de sincronización- nos sacará adelante, no sin antes disfrutar un buen salpicón de agua fría en el rostro. En el trayecto, «El buenos días», «El éste no es», «El éste sí es», «La ruleta rusa», «El laberinto», «El innombrable», “El ratón loco”, “La ratonera” y «La tumba», se convertirán en vocablos comunes conforme nos vamos acercando, y habrá a quienes les quede en la memoria como el lugar donde salieron catapultados hasta terminar en los remolinos. Entre los pocos espacios de relajación, los sentidos se nutren con la observación de las caprichosas formaciones calizas de las rocas que “hacen valla” a nuestro paso, que con su característico café claro, contrastan espectacularmente con el azul turquesa del famoso río que proviene desde la conjunción de dos corrientes: La del “Santa María” y la del “Gallinas”, los que muy arriba formaron la Cascada de Tamul. El rafting en el “Tampaón” también adquiere cada vez más prestigio y se convierte en una aventura difícil de dejar pasar en el viaje a la Huasteca Potosina. Las empresas especializadas dedicadas a ello adquieren máxima experiencia, capacitación y las certificaciones requeridas, tal como las normativas oficiales exigen; y contratar a aquella compañía que prioriza la seguridad garantizará un buen final. Todavía sobre el trayecto hay escalas para (opcionalmente) detenerse a un lance de clavados, y seguir imbuidos en la frescura. De la misma manera se ofrecen espacios para la rehidratación y el alimento, siempre en contacto con la naturaleza, que -la mayoría de las ocasiones- nos ha puesto una zarandeada suficiente para hacernos expresar “no lo vuelvo a hacer”; pero la verdad… es que sí iríamos de nuevo.