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JUCHITÁN, Oaxaca, 9 de mayo de 2016.-Fue una madrugada de mayo, el 8 para ser exactos, en 2011. Una madrugada con el sopor de mayo, en Juchitán. Tres hombres irrumpieron la quietud de esa hora, cuando la mayoría de los zapotecos descansa.
Silenciosos, casi invisibles, los tres hombres abrieron primero la puerta trasera de la Casa de la Cultura, a un lado de la iglesia de San Vicente Ferrer, el santo patrono del pueblo. Ninguno de los guardias se percató cuando atravesaron el atrio de la iglesia y rompieron el candado de la reja que divide a la Casa de la Cultura con el edificio religioso.
Lidxi Guendabiani, casa de la cultura en zapoteco, quedó a merced de los ladrones. La gran casona de tejas, donada por el pintor Francisco Toledo en los años ochenta, albergaba una obra del mismo artista: La casa de los frijoles.
Una obra codiciada, pues ya dos años antes habían intentado hurtarla. Esa madrugada, Don Cándido, el anciano velador de 78 años resultó lesionado en un brazo, con fractura. Lo ataron en una silla a la entrada del edificio. Amordazado, nada pudo hacer para evitar el robo.
En el fondo del patio, en una hamaca estaba Loid Piñón, otro trabajador de Lidxi Guendabiani, quien oyó el ruido de vidrios rotos; se despertó, pero lo paralizó el miedo.
“Loid contó ante las autoridades, de la misma manera Cándido López Lucho Vicente, los dos testigos directos, que fueron tres hombres los que rompieron el vidrio y cargaron la obra sobre la cabeza, atravesaron el patio y se fueron por donde llegaron, por la iglesia. No los reconocieron”, recuerda Yolanda Gómez, coordinadora de la Casa de la Cultura.
De acuerdo con lo declarado por los testigos ante el Ministerio Público de la Procuraduría General de la República (PGR) en Matías Romero, tres hombres armados entraron al inmueble, amagaron al velador y desmontaron la obra cerámica “La Casa de los Frijoles” de Francisco Toledo exhibida de manera permanente en la Sala de Arte Moderno de la institución.
Las autoridades de la máxima casa de cultura de Juchitán también reportaron que se tenía el antecedente, dos años antes, del primer intento de robo, por lo que se desmontó la obra, se ocultó por un tiempo y después se volvió a exhibir al público pero con un cristal más grueso, aunque el sellado no impidió su sustracción.
“Ya teníamos un primer intento de robo, por lo que inmediatamente yo lo reporté a Toledo y él me dijo que no pusiera en riesgo a ningún trabajador por la obra, que la obra ya no le pertenecía, era parte del pago que hizo a Hacienda.”, explicó la funcionaria.
En su momento el director de la institución, Vidal Ramírez Pineda, declaró que el día del robo solicitó la presencia del Ministerio Público.
“Quien acudió el mismo domingo 8 de mayo a nuestras instalaciones para realizar el peritaje de los hechos, tomando muestra de la sangre que uno de los delincuentes dejó por una herida que recibió al momento de retirar el cristal que protegió la obra”.
La Casa de los Frijoles es una obra de arte hecha en cerámica de alta temperatura, consta de 96 centímetros de ancho por 125 centímetros de largo, está formada por 20 piezas simulando una tabla de ajedrez misma que fue valuada con un valor de 230 mil pesos, sin que hasta la fecha se tenga el costo real de la misma.
La obra hurtada es propiedad de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y fue solicitada por el Instituto Nacional de Bellas Artes para que se diera en comodato a la Casa de la Cultura de esta ciudad con el objetivo de acercar a los artistas a sus orígenes.
Hasta la fecha, los trabajadores de Lidixi Guendabiani no tienen idea del paradero de la obra, ni la identidad de los hurtadores, mucho menos en qué terminaron las investigaciones de la PGR.
El robo sigue siendo un misterio. Muchas teorías y rumores corrieron sobre lo sucedido, si eran ladrones fuereños, que sí la pieza salió por mar, por Playa Vicente, si la cerámica está en alguna sala de algún coleccionista privado, que solo él admira en secreto, porque no puede ser exhibida. Es una obra buscada hasta la fecha y de la que algunos, solo saben su nombre, pues nunca tuvieron ocasión de conocerla.