
Arrestan a 1 de los 4 fugitivos que escaparon de centro del ICE en NJ
SLP SAN LUIS POTOSÍ, México, 19 de junio de 2025.- La historia parece repetirse. A casi 100 años de las campañas de repatriación masiva de mexicanos y mexicoamericanos durante la Gran Depresión, Estados Unidos vive una nueva ola de redadas y deportaciones que han encendido las alarmas de defensores de derechos humanos y líderes de comunidades migrantes.
En los primeros seis meses del segundo mandato del presidente Donald Trump, las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) se han intensificado en ciudades con alta población latina. Lo que comenzó como un discurso de mano dura contra criminales indocumentados, se ha traducido en operativos masivos que alcanzan a familias, trabajadores agrícolas, estudiantes e incluso ciudadanos estadounidenses de ascendencia mexicana.
Es decir, esto ya lo vivimos. Se repite con total impunidad y sin memoria histórica. Wikimedia Commons Redadas sin distinción: migrantes, residentes y hasta ciudadanos Desde enero, más de 148 mil personas han sido detenidas por ICE, según cifras oficiales.
Aunque el discurso del gobierno insiste en que se trata de delincuentes peligrosos, organizaciones como la American Civil Liberties Union (ACLU) reportan casos en que incluso ciudadanos nacidos en Estados Unidos han sido aprehendidos por error. También han sido documentadas detenciones en hospitales, juzgados e incluso en refugios.
En una acción sin precedentes, al menos 37 personas fueron trasladadas al centro de detención militar en Guantánamo Bay, Cuba, bajo el argumento de riesgo para la seguridad nacional. State Historical Society of Missouri 1930: un antecedente ignorado Pocos recuerdan que, en los años 30, en plena crisis económica, el gobierno estadounidense llevó a cabo una de las campañas más agresivas de expulsión de población mexicana.
Se calcula que entre 300 mil y 2 millones de personas fueron repatriadas, muchas de ellas en trenes hacia estados del sur de México como Chiapas, sin pertenencias y sin derechos. Entre un 40 y 60 por ciento de quienes fueron obligados a salir eran ciudadanos estadounidenses, hijos de migrantes nacidos en suelo norteamericano. La promesa era la misma: liberar empleos para los verdaderos americanos.
“No es solo historia. Mi abuelo fue repatriado en 1932, aunque nació en Texas. Nunca quiso contarlo, pero nos enteramos por una carta escondida ya cuando falleció”, cuenta Jorge G., residente en San Luis Potosí y nieto de un repatriado.
Una crisis de derechos humanos y memoria La comparación no es menor. Aunque en los años 30 no existían instrumentos internacionales de protección como hoy, las similitudes en los métodos —las redadas, la discriminación racial, el silenciamiento institucional— son innegables.
En 2005, el estado de California emitió una disculpa oficial por su papel en las repatriaciones forzadas. Hoy, organizaciones de derechos humanos en México y Estados Unidos exigen que no solo se frene la maquinaria de expulsión, sino que se reconozcan los daños históricos que estos actos han causado en generaciones enteras. Farm Security Administration –
Office of War Information Photograph Collection (Library of Congress) Un retorno forzado y silencioso En San Luis Potosí, al igual que en otros estados con fuerte raíz migrante, han comenzado a documentarse casos de paisanos retornados recientemente.
Muchos de ellos no desean hablar. Algunos no saben si denunciar o esconderse. Otros simplemente no tienen a dónde regresar. Para expertos en temas migratorios, este momento exige algo más que indignación: requiere memoria histórica.