Vinculan a proceso a la Marylin Cote de Querétaro
MORELIA, Mich., 16 de agosto de 2016.- Un gran artista puede provenir de cualquier lugar, así sea remoto, pequeño, marginado por el mundo. Mientras construía una modesta casa para su esposa y sus gemelos por nacer en cualquier momento, Vernon Presley ignoraba, entre su humilde vida, la eminencia de hijo que estaba por tener entre sus brazos.
Después de un parto agridulce en el que uno de sus mellizos naciera muerto y el otro sobreviviera, el 8 de enero de 1935; la familia Presley, que vivía en Tupelo, Mississipi, intentó salir adelante entre el embargo de su casa después de que Vernon cayera preso por falsificar cheques, y la supervivencia a un terrible tornado que le robó la vida a más de 500 personas.
El tiempo pasó, y en un cumpleaños del que nunca se corroboró exactamente lo que pidió, a Elvis le regalaron una guitarra eléctrica. Se crearon varias teorías al respecto, como que pidió un arma, pero como no podían costearla le regalaron el instrumento musical. Otra afirma que anhelaba una bicicleta, pero tampoco fue el obsequio por impedimento económico.
Lo cierto es que la guitarra fue suficiente para que se interesara por la música, y a los 18 años pagara cuatro dólares a un estudio para grabar dos sencillos que obsequió a su mamá, a manera de agradecimiento por haberle inmiscuido en el mundo de las melodías.
Lo descubrió el productor Sam Phillips, de Sun Records, quien tenía un plan ambicioso: que una persona de piel blanca interpretara la música que, para esa época, solo acostumbraban cantarla afroamericanos. Ese ritmo era nada menos que el rock and roll.
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