Churipo, plato del siglo 19 que degustó José María Morelos
CIUDAD DE MEXICO, 13 de abril de 2016.-La pianista Olivia Revueltas aprendió de su padre, el escritor José Revueltas, «a no rendirse nunca, a tener convicciones firmes y ser honrado. Aprendí esto sin que me lo dijera con palabras, solo con su ejemplo».
En 1988 se unió a una huelga de hambre de indígenas en el Zócalo, quienes exigían ver al presidente Miguel de la Madrid. Su actitud le valió el repudio de mucha gente y una baja definitiva en las ofertas de trabajo. Tras un autoexilio de 25 años en Austin, Texas, Olivia regresa a México y lo celebrará con un concierto en el Teatro de la Ciudad mañana a las 20:30, acompañada por el contrabajista Roberto Aymes y el baterista Luis Huerta.
La pianista afirma que desde que los 13 años sintió «que era música. No me lo pregunté, fue algo natural. Nada más que tuve el accidente enorme de que el jazz se atravesara en mi camino, lo que sería fatal. Recuerdo que con mi violincito bajo el brazo —porque tenía una clase complementaria con este instrumento— todos los días caminaba del Conservatorio Nacional hasta Reforma y luego a la colonia Roma. Tenía que atravesar la Zona Rosa y en un lugar que se llamaba El Chaparelo escuché unos sonidos que me dejaron atónita».
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