Futuro secretario de Educación presenta el programa “Chiapas puede”
Con los años Andrés Manuel se ha ido depurando.
También se ha fortificado en sí mismo. En la expresión más auténtica de su ser. Eso es lo que ven, perciben plenamente, millones de sus seguidores. Congruencia, autenticidad. Hasta en el acento tabasqueño que no abandona.
Esto comunica con facilidad, porque es de verdad. No pervive la búsqueda de un personaje que “venda” sino sus verdades, sus asegunes, sus necedades, sus broncas de siempre.
Y esto, también, es lo que le funciona maravillosamente en redes sociales. Esta “comunicación” envidiada por más de un político-candidato se le da suavecito, sin ruidos, sin interferencias. Por lo que está más que justificado que López Obrador diga, sin tapujos, que para él “las redes sociales son una bendición”.
Lo bendicen cotidianamente pese a lo que sea. A las campañas orquestadas con acento extranjero. A los cientos de miles de bots. Al fanatismo de sus “enemigos”. Al análisis inteligente de periodistas y académicos que están abiertamente en su contra.
Andrés Manuel se lleva muy bien con las redes sociales. Para cursos de comunicación la eficiencia de sus mensajes, grabados coloquialmente, con apoyo de un celular apenas. Como el que grabó en el malecón de Veracruz, abrigado, donde dice que está esperando que surja del mar un submarino ruso donde le traen oro.
No hubiese habido mejor manera de destruir, con jiribilla, con naturalidad, la comunicación en su contra del apoyo ruso. Ya no importa si pudiese ser cierto, en la percepción popular es un cuento que da risa.
Con su capacidad de comunicar, él mismo, supongo que apoyado por el sentido común de algunos, de sus apoyos en esta materia, López obrador consigue que solamente lo “bueno” permanezca. Y esto, no descuidar, no es cuestión de dinero ni de grandes producciones tipo Televisa.
¿No es esto lo que querrían tantos? Comenzando por el Presidente Peña Nieto que habla de lo “irritantes” que son, para él, las redes sociales. Y que sigue insistiendo, a viaje por día, en que lo “bueno”, los logros de su gobierno no son vistos o entendidos como debieran.
¿Por qué a uno, en un momento tan importante, las redes sociales les son una bendición y para otro, para Peña Nieto, parecen ser una “maldición”? De entrada, lo diría cualquiera, porque Peña no maneja él mismo su Tuiter o su Facebook. Después porque a quienes se los “encargó” lo hicieron pesimamente y lo siguieron haciendo así.
No ha habido, no habrá ya por razones de tiempo, resultados eficientes, positivos en la comunicación del Presidente y de su gobierno porque no contrató a quienes podían dárselos.
Dos razones para la “maldición” de las redes sociales en Los Pinos: Malos operadores y no manejarlas personalmente. ¿Seguimos enumerando las razones? O mejor vemos el efecto, en ambos, para lo que viene…
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