Reafirma Checo Pérez su continuidad en Red Bull hasta 2025
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 21 de abril 2021.- La cita en el Alfonso Lastras emocionó a los aficionados potosinos, apenas el reloj marcaba las 3:00 de la tarde y al circular sobre la avenida Salvador Nava ya podía rememorarse el caos vial de antaño, antes de que llegara la pandemia de Covid 19 para acabarlo. Casi era placentero el rutido de los motores y cláxones que se encaminaban hacia el épico estadio de la capital potosina, algunos con banderas, cornetas, matracas… pero todos, con la emoción a flor de piel luego de 413 días sin poder llegar siquiera a las gradas, sin clamar al equipo de casa. «¡No vengo por salir campeón, vengo porque te quiero, yo vengo para recordar a los que ya se fueron!», y el eco de esta estrofa enchinaba la piel, desgañitaba las gargantas y tocaba corazones al exterior del recinto, casi como si se tratara de una porra en memoria de los potosinos que partieron en el último año por la terrible enfermedad. Se mezclaban a corta distancia las rayas rojiblancas con el azul y oro de aficionados al equipo potosino Atlético de San Luis; padres, madres, niños, jóvenes y otros no tanto, se enfilaban extasiados por el intenso sol de las 4:00 de la tarde. El terrible Covid 19 obligó a las ligas deportivas del mundo a parar en seco cualquier indicio de la afición en los terrenos de juego, luego de la declaratoria oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 11 de marzo del año pasado; la incertidumbre reinaba en el mundo deportivo y aquellas competencias más importantes tuvieron que parar, en México fue hasta dos días después que los partidos de futbol de la Liga MX cerraron sus puertas al público, la jornada 10 del Clausura 2020 se jugó a medias y el torneo quedaría inconcluso. Ante Puebla, un adiós y el regreso En esa fecha, el Atlético de San Luis tendría que enfrentar al Club Puebla sin sus aficionados en las gradas por indicaciones de la liga, pero la decisión no llegó a tiempo a oídos de algunos despistados que incluso hicieron el viaje desde la conocida Ciudad de Los Ángeles a la capital potosina, en vano. Y así llegó el momento del adiós, de ponerle pausa a la pasión de sus aficionados en el estadio Alfonso Lastras Ramírez el 13 de marzo de 2020; curiosamente, ante este mismo equipo lograron un reencuentro el pasado 17 de abril, el ambiente fue de altas expectativas que se vieron destrozadas por una especie de pánico escénico, algo sucedió en las entrañas de la cancha, que no les permitió alcanzar el clímax necesario en esta ocasión. Hubo un aroma amargo, un sinsabor que escaldaba la lengua a los más de 5 mil aficionados postrados con sana distancia en las gradas, no ignoraban la situación deportiva que atravesaba su equipo, pero acudieron con la esperanza de ver un espectáculo de altura que les permitiera conservar los tres puntos de la honra, para no terminar como el último lugar de rendimiento y evitarse el pago de los 120 millones de pesos impuestos por la Liga MX para el conjunto que concluya el Guardianes 2021 en esa posición. Pasión futbolera vs. Covid 19 Para este día el aforo permitido fue del 25%, la vía principal de llegada al recinto -avenida Salvador Nava- sintió las lentas rodadas en un ardiente pavimento, era el regreso de los aficionados; ya frente al estadio, agudizaban su canto las sirenas de patrullas municipales, anunciando la llegada de los equipos local y rival, una hora y media antes de que iniciara el cotejo. Corrían los minutos, candentes, bochornosos y casi asfixiantes detrás de los rigurosos cubrebocas, esto no impedía la llegada de más fervorosos futboleros, que atiborraron las filas entre carcajadas, nuevos abrazos, reencuentros, roces a discreción y una pasión compartida en el entorno, así avanzaron para confluir en los rigurosos accesos del Lastras, la Nueva Normalidad así lo exigió y no hubo más que acatar. Había silbidos constantes, pero no eran arbitrales, sino de los lectores de código QR para lectura de los boletos y medidores de temperatura corporal, que sonaban con mayor rapidez conforme fueron avanzando los minutos; los aficionados recibían gel antibacterial y pasaban por los arcos desinfectantes colocados en cada acceso. Una vez dentro, fueron colocados en sus espacios, en medio de un ambiente muy suigéneris, fue parecido a estar de vuelta en casa y no poder sentarse en el sofá predilecto; un disfrute a medias para apoyar al equipo de casa, así se vivió el tan ansiado regreso a las tribunas, entre contrastes de alegría y un disfrute empañado por las restricciones sanitarias. Los gritos, silbidos, carcajadas y alaridos eran enmudecidos por la mascarilla obligatoria, que solo cedía de cuando en cuando para abrir paso a refrescar la garganta con alguna bebida; los saludos de mano o abrazos tampoco fueron permitidos y así sería imposible cristalizar la pasión futbolera cuando el equipo de casa se llevara la gloria; casi como si el destino lo adivinara. La afición estuvo dispuesta a todo con tal de ver equipo de sus amores nuevamente de cerca, verlos saltar a la cancha desató la locura, el eco, los brincos y desmesurada emoción se desenfrenaron; para entonces la mescolanza de gel antibacterial y cerveza ya despedía un aroma peculiar en el llamado coloso de Valle Dorado. El himno de la Liga MX anunció el inicio del partido y los aplausos hicieron eco desde las tribunas, parecía que esa espera de 413 días valdría la pena, desde aquel San Luis vs Bravos de Juárez, el Alfonso Lastras no tenía la visita de su gente; ante Puebla los tuvo que dejar fuera, y hoy resarcía esa afrenta con la misma escuadra para darles la bienvenida. Comenzó el sinsabor La primera estocada al corazón de aficionados la dio La Franja, a los 40 minutos de iniciar el partido Omar Fernández cedió el balón en el área -entre cuatro defensas- a Santiago Ormeño, quien marcó el 1-0, el cólera no se hizo esperar. En el segundo tiempo, Christian Tabó se encargó de lanzar a la afición de San Luis Potosí un segundo balde de agua fría, al marcar el 0-2 desde fuera del área. El accionar del equipo tenía descontenta a la afición, habían esperado más de un año para ver a los suyos, pero parecían presa de un pánico escénico que les impedía reaccionar y darles ese buen espectáculo por el que pagaron, por el que se olvidaron de la pandemia que enfrenta todavía el mundo. Pero el virus de la desesperación también se hizo presente, desde la cancha contagió a las tribunas y así la excitación deportiva se transformó en un enojo frustrante; a una sola voz se desgañitaban con un “¡Fuera Rocco, fuera Rocco!”, pidiendo la destitución del director técnico del equipo que atisbaba a los enfurecidos potosinos desde el palco, impávido y limitado a responder por la suspensión que le impidió ese día estar en el banquillo. Felipe Gallegos dio una luz de esperanza al minuto 67’, marcando el 1-2 que hizo estallar un ansiado grito de gol en casa, ese alarido que estrangulaba la garganta de la afición desde hace más de un año. Pero el VAR y el árbitro central se encargaron de acabar de volverlos a la realidad marcando el penal a favor del Puebla, Daniel Álvarez acabó de cercenar toda esperanza desde los once pasos, anotando el 1-3. Gresca y despedida Poco antes de esta acción en la cancha, la frustración por las estrictas medidas restrictivas provocaron una gresca en las gradas, decenas de aficionados sin cubrebocas se liaban a golpes y repudiaban a los elementos de seguridad que empezaron obligarlos a desalojar el estadio por mal comportamiento, la sana distancia se había ignorado desde hacía varios llamados de atención y por ello tuvieron que irse antes, pero la decepción inundaba ya a más de 5 mil asistentes, que vieron roídas sus esperanzas con un equipo que estaba más derrotado de lo que se mostraba en la cancha. Los abucheos y mentadas de madre no se hicieron esperar, luego del 1-4 que terminó por lapidar a los potosinos al minuto 93’, obra de Guillermo Martínez; con ese gol La Franja conseguía su boleto a la liguilla, mientras que al Atlético de San Luis lo hundía aún más en el fondo de la tabla del cociente, perfilándolo a pagar una millonaria multa. Y así, entre amargura y caras largas, los miles de aficionados empezaron a desalojar el estadio, casi creyendo que fueron a presenciar una pesadilla; porque esta vez no, no “nos vamos contentos”, como grita el sonido local del estadio en cada victoria del equipo, nadie celebra el pánico escénico del Atlético de San Luis.