En penales, tiran de Copa del Rey primera gloria europea para Aguirre
BARCELONA, 20 de abril de 2016.-La sorpresa no se preveía y no se produjo. El estreno de Rafael Nadal en el Open Banc Sabadell resultó más plácido incluso de lo esperado. No porque su rival fuera un jugador poco talentoso, sino porque el listón que plantea el tenis del manacorí es excesivamente alto para Marcel Granollers.
El barcelonés desplegó lo mejor de su tenis en los primeros compases del partido, pero luego se fue apagando a medida que descubría hasta qué punto era evidente la superioridad de su rival. La distancia la marca realmente la clasificación: era el quinto mundial contra el 50º. Y el resultado lo evidenció, 6-3, 6-2 en 1 hora y 31 minutos.
Al nivel de cada uno, su paso por Montecarlo cambió a los dos jugadores que se enfrentaron en la central del RCT Barcelona. Granollers volvió a entrar en el grupo de los 50 mejores del mundo, gracias a sus cuartos de final. Y Nadal recuperó la confianza con sus victorias sobre Thiem, Wawrinka, Murray y Monfils.
El manacorí se ha reencontrado con las líneas, a las que tenía olvidadas desde hacía casi un par de años, desde que la ansiedad se había apoderado de su férrea mente. Ahora, Nadal vuelve a ser aquel tenista capaz de lanzar un ataque furibundo en condiciones límite o de recuperar puntos prácticamente perdidos. Sus bolas ya no botan en la línea de saque, sino que se alargan hasta las profundidades de la pista y van rozando las líneas, hasta desbordar a sus rivales.
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