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TUXTLA, Chis., 18 de octubre de 2015.- Marimba, maderas que cantan con voz de mujer. Marimba, tradición, folclor y herencia. Nacida de la Depresión Central, es alegría, encanto y color. Es el padre de Esdras, su hermano, su amigo y su sustento. La combinación de árboles y la inteligencia que le dio Dios para crear arte, artesanía.
De sus manos nacen y para él eso es un honor y privilegio. Esdras se forjó sobre la misma tierra que el instrumento musical como se conoce en la actualidad, el respeto de ser quien las crea, lo aprendió de Segundo Vleeschower Borraz, gran maestro artesano, de los mejores que existieron.
Por ello su mente no está tranquila. Cómo estarlo cuando ve que Venustiano Carranza, de la cuna pasa a la vergüenza las marimbas “piratas”, aquellas de baja calidad, que se alejaban en duración, detalles artísticos y sonido como de los tiempos de su maestro.
“Los grandes maestros se dedicaron al arte. Lamentablemente vinieron otros y lo piratearon, lo comercializaron. Por eso Carranza en una ocasión estuvo en mal porque quién construyó vino a hacer mal su trabajo”.
Su piel brilla al reflejo de sol, una piel pegada en huesos firmes como cedros bajo ésta. Cedro fuerte, como de patas de marimba, de ese que su flaco cuerpo sale a buscar para convertirlo en lo que mejor sabe hacer, por lo que ganó el Premio Nacional de Arte Popular 2014 o el del Juguete Popular Mexicano del mismo año, la marimba.
-Me nació la idea de dar a conocer mejor todavía la marimba, que no se escuchara sólo aquí en el país sino que se diera a conocer en otros países, por todo el mundo-. Tenía que devolver la gloria de los tiempos de su maestro, por su memoria, por Esdras Eleazar León Hernández, por él mismo. Comenzó la revolución.
Una mañana en el pueblo, dentro del taller de lámina y madera, cuatro pies pisan la alfombra de virutas y aserrín que cubre el piso duro de concreto. El artesano hará la entrega de una marimba de juguete, muda, sin sonido, para satisfacer caprichos infantiles, excepto que el cliente le pidió a otra persona que le afinara aunque sea cuatro teclitas para que no fuera tan mudita la marimba.
Eso era, pensar en grande era irse a lo pequeño. La marimba chiapaneca, la de Carranza, buscará conquistar México y el mundo en una maleta pequeña, de menos de un metro para guardar su artesanía. Esdrás, ahora gran maestro artesano como quien le enseñó, será el primero que hará una marimba en miniatura que pueda ser tocada como una de tamaño real.
-Para mí es un arte, un privilegio. Construirla es una forma de orgullo, me da mi sustento. Es como mi hermano, es como mi padre. Podría ser de muchas maneras porque es el que nos da el sustento para todos nosotros. Y sabiendo que es un patrimonio de nuestro estado es un orgullo poderlo hacer y que lo vea todo el mundo-
Antes que sea marimba es árbol, madera, producto de la tierra, es armonía, vida que nace bajo el suelo y parece tocar el cielo. Y Esdras ve que como en la naturaleza existe madera para cantar o madera para curar. Árboles para colgar columpios o canciones.
-Gracias a Dios que ha hecho los árboles así también, que han sido especiales para darle sonido y otros como nada más para hacer un mueble o para hacer algo. Él ha formado todos los árboles y al hombre la mentalidad que le ha dado para seleccionar cada árbol de todas las maneras que nos pueden servir-
Como gran maestro artesano su trabajo empieza a las siete de la mañana, al construir una marimba en miniatura primero debe elegir la madera que usará en su nueva creación. El cedro y la zapaluta deben estar en condiciones apropiadas para que puedan cumplir el objetivo, alegrar corazones con música.
Debe estar bien seca, sin humedad absorbida de su anterior vida como árbol, tampoco debe tener ojos, la madera deberá cantar pero sin ojos, que cada hebra que la integra esté firme, que sea zapaluta y no hormiguillo, como muchos creen, porque así, con estos elementos es como lo hace el mejor artesano popular de México, porque así se lo enseñó uno de los mejores de la historia.
-Realmente yo no le puedo decir qué tenga la madera para que dé un sonido especial. Hay maderas que dan música y otras que no. Es una madera más fina la cual sí me permite darle sonido, he querido hacer con cedro y no se puede, ya Dios dispuso que sea la zapaluta-
Luego de encontrar la madera ideal para su nuevo proyecto, llega a su taller ubicado en Venustiano Carranza. “Puede ser, tal vez, el taller más humilde del pueblo”, describe su esposa. Las herramientas descansan en espera de Esdras, bajo las láminas que se calientan conforme pasa la mañana.
El estruendo del motor que hace rotar el disco que cortará la madera de acuerdo a los tamaños que va ocupando. Cada marimba es diferente por eso es que él comienza con el trazo de los tecladitos, bajo el primero corta el segundo y así hasta juntar los 18 que necesita. Cuando debe hacer varias marimbitas, marca la madera pues tomar una con un milímetro diferente al resto del grupo estropeará el instrumento.
Son ellas mismas las que deciden el tamaño que llevarán, aunque por el momento la marimba más pequeña que cantó por el trabajo de Esdras fue de 30 centímetros, intentar disminuir el tamaño incrementa la dificultad de lograr que hable, que trascienda, que deje de ser muda y produzca música.
-Tras tener listos los tecladitos, se prepara la tecladura, ya de la tecladura, los bastidores, donde cargan la tecladura. Si no existen las armellitas que conectan al teclado con el cordel, se deben hacer, más los puentes, con eso comienza-.
Esdras no comienza con la caja, pues es el bastidor el que le da la medida, por ello lo especial de cada una de sus marimbas en miniatura, pues es dependiendo de lo que mida el bastidor el tamaño del instrumento, pasa lo mismo con los tecomates, depende del teclado.
Luego de la caja, siguen las patas el ruido de la maquina va torneando lo que serían las extremidades que darán la base a las maderas que se espera canten con voz de mujer como recita una de tantas melodías hacia la marimba, con calma entre el estruendo de la máquina.
Cada detalle decorativo es herencia de lo que aprendió con su maestros, la caja tiene acabados de colores obscuros y rojos, amarillos y blancos. Así como hay maderas que hacen música, otras deleitan pupilas. El Copepé, para el blanco. Los acabados negros son del copal, los rojos lo da el hormiguillo y el amarillo será madera de mora. La técnica se llama incrustación, por eso se ven fundidas a la caja.
Las patas también cuentan con detalles hechos directos a la madera o usando pintura y en el caso de los tecladitos, se hace de la misma madera para que el color vaya uniforme por lo que elige los tonos mejor definidos en la tabla.
Ocho horas durante ocho días son los que le lleva al único artesano de marimbas en miniatura en el mundo hacer una nueva, esto siempre y cuando tenga a un ayudante que lo apoye con el proceso, sin embargo, lo que cambió la historia no fue el tamaño sino la entonación, nadie antes que Esdras ha podido.
Silencio. Las máquinas se apagan y el oído del artesano se agudiza más. A diferencia de otros instrumentos, las marimbas sólo se afinan una vez en su vida, la técnica es deslizar el formón, una especie de espátula que sirve para ir adelgazando los tecladitos, hasta obtener el sonido deseado, entre más se remueva el sonido será más grave.
Con delicadeza, escucha un teclado que tiene y con ese va dando sonido, un milímetro y no sirve de nada el trabajo previo, por eso el oído es lo que marca la diferencia, se dice fácil pero por algo sólo él lo ha logrado hacer en la historia de éste instrumento, afinar una marimba de 30 centímetros.
-Esto no me lo enseñaron, me nació cómo hacerle, como darle sonido. Yo veía marimbas pequeñitas, hacía marimbas pequeñitas pero eran mudas fue cuando dije que darle un sonido le daría un valor especial. Ahí me nació hacer una marimbita con sonido, sé que otros maestros no pudieron pero yo sí traté de hacerlo-.
Y todo empezó por el problema de la piratería y la mala imagen que tenía Venustiano Carranza, por eso ahora pide que aquellos que intenten imitar su marimba en miniatura se preparen y traten con cuidado y respeto el arte de convertir maderas en música.