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MARIA DE JESUS PETERS
PUERTO MADERO, Chis., a 04 de agosto.- La difícil situación económica y la falta de oportunidades de trabajos bien remunerado ha obligado a decenas de jóvenes de esta localidad costeña a abandonar sus estudios y convertirse en pescadores de tiburón, una actividad muy peligrosa que realizan a bordo de pequeñas embarcaciones y en medio del mar, sorteando también las adversidades climatológicas que ha llevado a muchos a naufragar y dejar en la orfandad a su familia
Isaías Martínez, de 28 años de edad, relata que al cumplir los 11 años de edad empezó acompañar a su papá a las actividades de pesca en los esteros del poblado, donde aprendió lo básico para la captura de especies marinas.
Mi padre pescaba en esteros especies de escama y el producto era poco y se comercializaba a bajo precio por eso ya no pudo pagarme los estudios, relata mientras descargan la lancha con varios ejemplares de tiburones.
Al no poder continuar estudiando y no haber otras fuentes de trabajo, Isaías empezó acompañar a su hermano mayor a la pesca de tiburón en altamar.
Con el aprendí a motorear la lancha, tirar las redes y utilizar el GPS y la brújula – aparatos que sirven de guía para no perderse-, señala el joven.
Durante los 13 años que lleva capturando escualo, Isaías ha naufragado en dos ocasiones, una de ellas tardo cinco días perdido en el mar acompañado de su cuñado, debido a una falla mecánica que sufrió el motor.
Tenía 16 años cuando mi lancha se quedó a la deriva en medio del mar, el agua y alimento se nos terminaron y sobrevivimos así durante cinco días hasta que unos compañeros nos recataron, recuerda.
Isaías, quien tiene un hijo de ocho años de edad, y tiene bajo su responsabilidad a sus padres, explica que para obtener el permiso como pescador de tiburón tienen que contar con diversos cursos que les imparte la Armada de México y uno de ellos es el de Supervivencia, además de saber maniobrar la embarcación en altamar, tener conocimiento sobre la compostura de motores fuera de borda y tirar las redes.
Señala que cuando la pesca es buena el pago es de mil 500 a mil 600 pesos durante las 24 horas que dura la actividad, sin embargo hay ocasiones en que solo ganan 50 pesos.
El joven, quien es capitán de la pequeña embarcación Tiburón 19, explica que la pesca de tiburón se desarrolla a unas 250 millas mar afuera, y llevan consigo chalecos salvavidas, la brújula y el GPS, 20 litros de agua, seis bidones de gasolina de 50 litros cada uno, alimento para 24 horas y dos motores fuera de borda de 75 y 40 caballos de fuerza por si alguno llega a presentar falla mecánica.
La embarcación donde se desplazan es una W25, con capacidad para dos toneladas y es tripulada por dos personas el capitán y ayudante-, ambos deben saber maniobrar la lancha.
El riesgo que corren es que falle el motor y queden a la deriva sin el auxilio de nadie, además que estando en altamar se enfrenten a algún fenómeno meteorológico no pronosticado.
Refiere que cada año en tiempo de lluvias muchos pescadores se quedan perdidos en el mar y no regresan a sus hogares, por ello, ahora han optado por que en cada lancha la tripulación se conforme de personas que no tengan parentesco para evitar un doble dolor a las familias.
La pesca nos ha dejado ganancias, pero también nos quita a los seres que mas amamos, es el precio que a veces tenemos que pagar, dice Isaías resignado.
El joven pescador de tiburón refiere que a pesar de que sus padres y su esposa le han pedido que deje esa actividad, no puede hacerlo por que entonces se morirían de hambre.