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María de Jesús Peters
ALDAMA, Chis., a a 29 de mayo 2021.- Gravemente enferma, la niña indígena Teresa fue sacada de la comunidad Cocó en los brazos de su hermana María de 16 años de edad, quien caminó por las montañas en medio de una lluvia de balas por ataque de grupos armados, para que la menor pudiera recibir atención médica hasta la cabecera municipal.
Desde hace tres días, Teresa Pérez Santiz de 4 años de edad, presentaba fiebre, dolor de cabeza y estómago, además de la falta de apetito; explicó Martha Santiz Torrés, madre de la niña.
El pasado miércoles, Teresa presentó convulsiones y desmayo, debido al deterioro de su salud por la falta de atención médica y tratamiento para su enfermedad.
Desvanecida en la humilde cama, Martha intenta reanimar a su hija con alcohol en la nariz y masajes en pies y manos; mientras María, Verónica y Abrelia, de 16, 13 y 7 años de edad, respectivamente, rompen en llanto pensando que su hermana menor había fallecido.
En medio de esta triste escena, afuera de la humilde vivienda los disparos no cesaban; las ráfagas de armas de grueso calibre retumbaban en las montañas, provocando el miedo de hombres, mujeres y niños.
Decidida, María envuelve a su hermana en una manta bordada y se la marra al pecho y junto con su madre y algunos vecinos caminan por las montañas lodosas, en medio de ráfagas de disparos de alto calibre, hasta la comunidad de Tabak, donde las esperaba una ambulancia enviada por la autoridad municipal.
Por la gravedad del estado de salud, la niña Teresa es trasladada de urgencia al hospital de San Andrés Larrainzar, con un diagnóstico de enteritis infecciosa y crisis febriles simples.
El conflicto territorial entre Aldama y Santa Martha data desde 1975, por la disputa de 60 hectáreas de tierras.
En 1998, el Congreso de Chiapas aprobó la remunicipalización y Aldama se separó de Chenalhó.
En el 2008, comuneros de Santa Martha interpusieron una demanda ante el Tribunal Unitario Agrario (TUA) para recuperar las tierras, pero el resultado les fue adverso.
El fallo otorgó a Aldama las 60 hectáreas y se ordenó que a Santa Martha se le indemnizara con un millón 300 mil pesos.
El conflicto territorial se recrudeció en el 2016 con la quema de siete viviendas, provocando el desplazamiento forzado de hombres, mujeres, niños y adultos mayores.
Dos años después (2018), el conflicto se reanudó con ataques armados contra comunidades de Aldama, que no han cesado a pesar de firmas de paz y pactos de no agresión con autoridades federales y estatales.
Las agresiones armadas se incrementaron desde el pasado miércoles, contra las comunidades tzotziles de San Pedro Cotzilnan, Yeton y Ch’ivit desde los puntos conocidos como T’ul Vitz, Vale’tik y K’ox Chuch ubicados en el poblado de Santa Martha, Chenalhó.
Estas se extendieron hacia los poblados de Tabak, Xuxchen y Cocó, donde los paramilitares también atacaron un convoy integrado por la Guardia Nacional (GN), Policía Estatal y municipal; así como vehículos particulares, motos y personas que tienen la necesidad de transitar por la única carretera de terracería.
POLÍTICOS DETRÁS DE GRUPOS ARMADOS QUE ATACAN A COMUNIDADES DE ALDAMA
De acuerdo al presidente por usos y costumbres de este municipio, Adolfo López Gómez atrás de los grupos armados de Santa Martha, Chenalhó hay políticos que inyectan recursos para la compra de armas y cartuchos, así como la contratación de hombres que atacan todos los días en distintos puntos a las comunidades tzotziles de Aldama.
Las agresiones armadas dejaron como saldo en los últimos 20 días, un muerto y dos heridos; así como el desplazamiento forzado de hombres, mujeres y niños que se resguardan para no morir por las balas en las montañas y cafetales.
“Hemos solicitado la intervención urgente del gobierno federal para que cesen las agresiones contra las comunidades de Tabak, Cocó, San Pedro Cotzilnan, Aldama cabecera, Xuxchen, Ch’ivit, Yeton, Cuxton, Chante y Stzelejpotobic”, explicó la autoridad local.
INDÍGENAS ABANDONAS SUS VIVIENDA POR MIEDO A MORIR POR LAS BALAS
Desde hace 20 días, 14 integrantes de la familia de Pedro Lunes Pérez, muerto a balazos por grupos armados la primer semana del mes, abandonaron sus viviendas en la comunidad de Cocó, ubicadas dentro de las 60 hectáreas que reclama Santa Martha.
“Dejamos todo por miedo a que nos maten los de Santa Martha, nuestros cultivos de maíz, café y frijol, las casas y todas nuestras cositas”, platica Lorenzo, hermano del occiso; mientras nos resguardamos en los cafetales para no ser alcanzados por las ráfagas que se escuchan en las montañas.
Antes, dos de las mujeres hacen tortillas a mano que comen con sal, los niños, mujeres embarazadas y adultos mayores.
Explica que su madre Juana Pérez Méndez de 55 años de edad, se encuentra enferma ya que no ha querido comer desde el asesinato de su hijo.
Lorenzo, recordó que el 8 de mayo, como a la una de la tarde; platicaba con su hermano Pedro, de 24 años de edad, sobre su viaje al norte para trabajar en el campo debido a que en el lugar les era imposible por las agresiones armadas.
Minutos después, una bala entró por su espalda y salió a la altura de la castilla izquierda.
Los pobladores de nueve comunidades sobreviven con pocos alimentos debido a que no pueden trabajar sus tierras por los ataque armados, para la siembra de frijol y maíz, principal consumo de los tzotziles.