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GUANAJUATO, Gto., 22 de agosto de 2025.- En México, los trastornos del sueño afectan a 4 de cada 10 niñas y niños, y a 4.5 de cada 10 personas adultas superando los índices globales, esto de acuerdo con las investigaciones encabezadas por el doctor, Sergio Márquez Gamiño, profesor del Departamento de Ciencias Aplicadas al Trabajo, en la División de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guanajuato (UG).
A nivel mundial, el 35 por ciento de la población presenta algún tipo de alteración del sueño, mientras que el 29 por ciento la sufre al menos tres veces por semana. En México, estos números se agravan debido a factores tecnológicos, laborales y ambientales que afectan directamente la calidad del descanso. Los trastornos del sueño incluyen dificultades para conciliarlo, mantenerlo o despertarse inadecuadamente; no deben reducirse únicamente al insomnio.
La sobreexposición a pantallas y dispositivos electrónicos en horarios nocturnos altera los ritmos circadianos, especialmente en niñas, niños, adolescentes y jóvenes, provocando que el cuerpo retrase su ciclo natural de sueño.
“Cuando nosotros utilizamos esos dispositivos electrónicos, estamos sometidos a una iluminación que incluye luz ultravioleta. Esta tiene dos clasificaciones: media y baja. Tiene longitudes de onda debajo de 400 nanómetros; esa iluminación nos llega de forma natural del sol. Estas radiaciones, pertenecientes al campo electromagnético y que no las alcanzamos a diferenciar en el espectro visible, son las que le indican a nuestro organismo que es de día, que debe mantenerse despierto.
Entonces, si seguimos exponiéndonos a dispositivos que nos envían luz ultravioleta, nuestros sensores orgánicos nos mantienen despiertos. Se estima que tardamos aproximadamente dos horas después de dejar de recibir el estímulo para que el organismo empiece a producir hormonas del sueño”, señaló el especialista. La luz ultravioleta emitida por celulares, tabletas y computadoras inhibe la producción de melatonina, hormona responsable del sueño, lo que provoca insomnio y alteraciones de fase, llevando a muchas personas a dormir hasta altas horas de la madrugada o incluso a invertir completamente sus ciclos de sueño.
“El uso de dispositivos electrónicos, principalmente teléfonos celulares, tabletas y computadoras, ha modificado los patrones de sueño hasta alcanzar otro tipo de alteraciones llamadas ‘alteraciones de fase’. Ya no se duerme a las 8 o 9 de la noche como nuestros abuelos; ahora la gente empieza a dormir a las 12 o 1 de la mañana. En tiempos recientes, vemos jóvenes, adolescentes e incluso niños que se están durmiendo hasta las 5 de la mañana”, explicó el investigador.
El fenómeno no se limita a la tecnología. En sectores como la industria y la salud, los trabajadores de turnos nocturnos y rotativos experimentan una deuda crónica de sueño. Esta falta de descanso, incluso si se compensa con sueño diurno, que no tiene la misma calidad ni efectos restauradores que el sueño durante la noche.
“Esas personas van a tolerar esos cambios de turno por cierto tiempo, unos 8 o 9 años; después van a ser inútiles para las mismas actividades y las empresas los desemplearán. Eso pasaba cuando los mexicanos iban a trabajar a los Estados Unidos y después nos los regresaban para que nosotros los atendiéramos por todas las alteraciones del sistema nervioso, particularmente”, añadió. A esto se suman factores como el ruido urbano, la contaminación lumínica y entornos de descanso inadecuados, lo que complica aún más la posibilidad de un sueño reparador. Las alteraciones del sueño están estrechamente relacionadas con problemas emocionales y físicos. Se han documentado casos de ansiedad, aislamiento social, ideas suicidas y síndromes como el de piernas inquietas.
En términos fisiológicos, se destaca la apnea obstructiva del sueño, particularmente asociada a la obesidad, condición presente en más del 80 por ciento de las personas adultas mexicanas, lo que genera graves afectaciones cardiovasculares y metabólicas. “En unos estudios que hicimos con 208 personas de León, encontramos que el 85% de ellas tenían ronquido. Ahora, con el incremento de la obesidad, sabemos que el 84% de las personas mayores de 20 años la tienen y esta se asocia con alteraciones del sueño, enfermedades metabólicas y cardiovasculares. Las últimas son la principal causa de muerte en el país. Las enfermedades metabólicas, principalmente la diabetes y sus complicaciones, son la segunda.
¿Por qué decimos que se asocian con alteraciones del sueño? Precisamente porque, cuando hay obesidad, no se puede respirar bien durante el sueño y estas personas presentan apnea obstructiva del sueño: roncan intensamente hasta que se despiertan porque la obstrucción en las vías aéreas impide a sus tejidos recibir oxígeno: no entra oxígeno a los pulmones, no se transporta a la sangre ni al cerebro; entonces el cerebro lo reclama y la persona despierta.
Se ha comprobado que una persona puede despertarse hasta 400 veces en una noche. Ese es un caso extremo, pero esa falta de oxígeno modifica el funcionamiento cerebral y cardiovascular”, explicó. Antes de recurrir a fármacos que pueden generar dependencia y efectos secundarios, el especialista recomienda fomentar una buena higiene del sueño:
Evitar el uso de pantallas, al menos dos horas antes de dormir.
Dormir en un ambiente oscuro, fresco y silencioso.
Respetar el ciclo natural de luz-oscuridad.
Limitar las siestas a no más de 30 minutos.
Promover hábitos saludables desde la infancia, restringiendo el uso de tecnología a edades tempranas.