
Impide juez federal orden de Trump contra ciudadanía por nacimiento
QUEENS, Nueva York, EU, 11 de julio de 2025.- Las calles de Jackson Heights, antes repletas de compradores, familias y turistas, hoy lucen extrañamente silenciosas.
En una de las zonas más diversas de Nueva York, el miedo migratorio ha calado hondo y comienza a cobrar factura en la vida económica y emocional del vecindario. Durante nuestra visita con Quadratín Hispano, pudimos presenciar en vivo como agentes de ICE se llevaban a un vendedor ambulante en el sector de la calle 80 con la 37 avenida.
El ambiente se tornó tenso y varios transeúntes se alejaron con prisa, ante la mirada atónita de quienes presenciaban la escena. Por esta razón, la asambleísta del distrito Catalina Cruz alzó su voz para advertir sobre el impacto que el miedo está teniendo en la economía local. “En Jackson Heights hemos visto cómo el miedo ha alejado a la gente de los negocios. Ya no van a los supermercados, ni a los restaurantes, ni a hacer sus compras como antes, y eso ha impactado fuertemente a nuestros pequeños comerciantes, que reportan caídas en ingresos de entre el 25 y el 75 por cienti”, afirmó.
“Aunque aquí no hemos visto redadas masivas como en California, sí ha habido casos donde ICE llega a casas o negocios y se lleva a personas, incluso a quienes no tienen antecedentes criminales, eso corre de voz en voz y genera más miedo”.
Cierres de establecimientos emblemáticos El temor no solo se percibe en el ambiente; también deja huellas visibles en la economía del vecindario. Prueba de ello es el cierre reciente de La Casa de los Antojitos, un emblemático local de comida tradicional latinoamericana que, tras más de una década de servicio, bajó sus puertas definitivamente, y no ha sido el único, otros negocios enfrentan situaciones similares, asfixiados por la baja afluencia de clientes y la creciente incertidumbre. María, una de las propietarias del restaurante La Boina Roja, confirma con preocupación que la situación ha empeorado drásticamente.
“Desde la pandemia y ahora con el nuevo gobierno, hemos tenido una reducción de más del 75 por ciento en las ventas, la gente tiene miedo de salir, y eso se siente; muchos prefieren quedarse en casa por temor a redadas o a que la situación empeore, todo es tan incierto que hasta conseguir empleados se ha vuelto difícil; este restaurante es familiar, y con esfuerzo lo estamos sosteniendo, pero los ingresos ya no alcanzan”.
Fundado en 1998, La Boina Roja es un negocio de tradición en el vecindario. “Desde que abrimos ha sido un esfuerzo familiar hecho con el corazón, hemos superado muchas pruebas, incluso momentos en que las ventas se redujeron drásticamente y tuvimos que recortar turnos y personal, pero gracias a Dios y al compromiso de la familia, seguimos adelante, con casi 30 años sirviendo con la misma pasión de siempre, aunque lo más duro lo estamos viviendo ahora”, añadió. La preocupación también alcanza al sector salud. Ángela, empleada de una farmacia local, señaló que el miedo ha llegado incluso a quienes necesitan medicamentos esenciales.
“Desde febrero hemos sentido una reducción del 20 por ciento en las ventas. Nuestra comunidad, mucha de ella sin papeles y sin seguro médico, tiene miedo, han dejado de venir, incluso a reclamar sus medicinas, gente que sabemos que tienen prescripciones delicadas por temor a redadas, escuchamos de casos cerca, aquí mismo en la esquina… y eso genera aún más temor.” Jarvis Fernández, propietario de Emoji Burger, reconoce que el clima político ha generado incertidumbre, especialmente entre su clientela latina en Jackson Heights, pero mantiene una visión esperanzadora.
“Cada vez que hay un cambio de partido político, la comunidad siente incertidumbre y eso se refleja en las ventas, muchos clientes prefieren ahorrar ‘por si acaso’, y dejan de gastar; aunque mis restaurantes tienen un concepto americano y clientela mixta, sí he visto una baja en la parte latina”, explicó.
A pesar de los desafíos, Fernández se muestra optimista y cree que, con apoyo comunitario y tiempo, los negocios podrán recuperarse, siempre que se mantenga el compromiso de resistir y adaptarse a las circunstancias. Fernández también compartió un testimonio que ilustra el clima actual. “A uno de mis cocineros se lo llevó ICE, tenía más de diez años aquí, era excelente, siempre pagaba sus impuestos y pedía que le pagáramos en cheque, cometió un error hace años, y aunque estaba haciendo las cosas bien, lo estaban buscando, no entraron al restaurante, lo esperaron afuera y ahí se lo llevaron, eso genera mucho miedo entre los mismos trabajadores”, añadió.
Reducciones laborales A lo largo de Roosevelt Avenue y de la avenida 37 la disminución del tráfico peatonal es notoria. Varios locales han optado por reducir horarios, suspender contrataciones o incluso cerrar temporalmente.
En una comunidad donde la diversidad es el alma del vecindario, el temor amenaza con apagar su vitalidad. Mientras tanto, líderes comunitarios y comerciantes luchan por mantener vivas sus puertas, con la esperanza de que el apoyo ciudadano y una respuesta gubernamental más humana logren revertir el deterioro visible en el corazón comercial de Jackson Heights.
“Llamamos al gobierno federal a que actúe con más compasión, y a nuestra comunidad a no dejarse paralizar por el miedo. Los que pueden salir, que lo hagan, que trabajen, que compren, que apoyen nuestros negocios”, insistió la asambleísta Catalina Cruz. “Porque si seguimos así, en tres años y medio, cuando cambie otra vez el gobierno, puede que ya no tengamos negocios pequeños. Mira Antojitos, llevaba años aquí… y ya cerró”, concluyó.