Abanico
Indolentes, conformistas, cínicos o resignados, los mexicanos estamos presenciando una era electoral completamente diferente a las anteriores. El crimen organizado no solo se ha infiltrado subrepticiamente en los partidos y autoridades mediante sobornos y corrupción, sino también a través de amenazas y extorsión. Incluso ha llegado al extremo de eliminar a aquellos que no se alinean con su agenda ilegal. Estamos inmersos en una elección sangrienta, donde candidatos de todos los partidos han sufrido ataques en todo el país.
En medio de este caos, sin la protección de un Estado que garantice la tranquilidad y la paz durante la fiesta democrática, se generan actos de violencia interna entre los movimientos políticos. Un ejemplo reciente fue el enfrentamiento entre simpatizantes durante un mitin de Claudia Sheinbaum en la Huasteca potosina, donde estaban presentes las candidatas al senado de Morena y sus aliados, así como del Partido Verde Ecologista de México.
Es notable que en ambos bandos predominara la presencia de mujeres, lo que representa una nueva faceta en la política mexicana. Este monero, sin ánimo de sexismo, destaca la importancia de que el poder femenino tome un papel protagónico para llevar al país hacia un estado más pacífico, ordenado y legal. Esto debe empezar desde las bases, con simpatizantes comportándose de manera adecuada y civilizada, dando ejemplo a toda la clase política.
Sin embargo, este clima de adversidad durante el evento no contribuye a mejorar la ya debilitada tranquilidad con la que esperaríamos que se llevaran a cabo estas elecciones.