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Colosio 29: en 1993-1995, tremenda
lucha por el poder en la sucesión
A propósito de las revisiones históricas de sucesiones presidenciales pasadas como marco referencial del proceso de nominación del candidato oficialista de Morena para 2024, el recordatorio de 29 años del asesinato del candidato oficial priista Luis Donaldo Colosio Murrieta presenta un escenario histórico de que toda nominación del candidato y relevo presidencial es, en los hechos, una “tremenda lucha por el poder”.
El asesinato de Colosio como caso judicial-penal sigue abierto a pesar de todas las maniobras autoritarias del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari en 1994 para dejar cerrada la investigación con la tesis gubernamental e inflexible de asesino solitario, pero con hilos sueltos que han permitido con los años tener otros datos sobre el acto político-criminal que marcó el paso de Salinas de Gortari a la historia: en política no hay asesinos solitarios.
A casi 30 años de Lomas Taurinas y sumido el país en un proceso de sucesión que recuerda las tensiones de 1993-1995, cuanto menos existen cuatro expedientes que no han podido ser cerrados por la dimensión y la complejidad de los enfoques:
1.- La tremenda lucha por el poder. Salinas de Gortari se jugó todo su prestigio político y ejerció todo el poder absolutista de la Presidencia para darle carpetazo a la investigación permitiendo sólo la indagatoria de la tesis del asesino solitario, sin que ninguno de los cuatro fiscales especiales tuviera la decisión personal de moverse en otros escenarios.
La tesis de crimen político la fundamentó el propio Salinas de Gortari como expresidente en una carta pública del 3 de diciembre de 1995, ya rotas sus relaciones con el presidente Ernesto Zedillo. En esa carta, Salinas de Gortari hizo dos afirmaciones que le dieron un marco referencial a la tesis de crimen del poder:
–“Nada de lo que ha sucedido este año en México es ajeno a la lucha tremenda por el poder. Lo que se ha estado dirimiendo es qué proyecto de nación prevalecerá”.
–“Es necesario ahora recordar que en marzo de 1994, a las pocas horas de la dolorosa muerte de mi entrañable amigo Luis Donaldo Colosio, en medio de la tragedia y de la incertidumbre económica que se gestaba, se desató una tremenda lucha por la sucesión de su candidatura”.
Cualquier fiscal con respeto a su jerarquía tenía en estos dos argumentos los datos suficientes para incluir en la investigación de Lomas Taurinas el asunto del poder, pero el sistema político priísta se cerró como concha de ostión para proteger la versión oficial dictada por el entonces presidente Salinas de Gortari a los procuradores generales y a los fiscales de que se había tratado de un asesino solitario.
La argumentación de una “lucha tremenda por el poder” el escenario de una disputa de “proyecto de nación” podría explicar el segundo destape operado por el presidente Salinas de Gortari y estaría dando algunas pistas sobre las luchas en el seno del grupo salinista. Mientras no se aclare desde el punto de vista político y judicial el significado de la frase “lucha tremenda por el poder”, el asesinato de Colosio seguirá cargando el fardo del crimen político y no justificaría la argumentación del asesino solitario.
De acuerdo con la Real Academia española, el adverbio “por la tremenda” “denota el modo desconsiderado y violento de tratar de resolver algún negocio o asunto”.
2.- La frase de Salinas de Gortari sobre la disputa del proyecto de nación que se profundizó en 1993-1995 aporta elementos suficientes para consolidar la versión que circuló en los espacios cercanos a Salinas de Gortari y a Colosio de que al sonorense le querían quitar la candidatura priísta porque el escenario político había cambiado con el alzamiento guerrillero zapatista del EZLN en Chiapas. No se trataba de algo nuevo: en los hechos históricos, casi todos los presidentes pensaron en cambiar de candidato oficial ya destapado por la modificación del contexto nacional: Díaz Ordaz casi le quitó la nominación a Echeverría, Echeverría se arrepintió de López Portillo, López Portillo escribió que de la Madrid no era el candidato que necesitaba la expropiación de la banca, De la Madrid pensó en sustituir a Salinas de Gortari como candidato porque no estaba a la altura del desafío de Cuauhtémoc Cárdenas como opositor y a partir de enero de 1994 el rumor en la campaña presidencial era que Salinas quería desplazar a Colosio de la candidatura.
Colosio, en efecto, se movía sin mucha habilidad en el escenario de su lealtad absoluta a Salinas de Gortari, pero con la certeza de que tendría que cambiar el esquema de continuidad absoluta que estaba exigiendo el presidente saliente y de modo inevitable se fue acercando a un pacto político con Manuel Camacho Solís, quien ya había roto relaciones de dependencia con el presidente Salinas de Gortari. El día que lo asesinaron, Colosio había pactado con Camacho la Secretaría de Gobernación para impulsar la reforma político-democrática que Salinas de Gortari había vetado.
Los datos sobre las presiones contra Colosio para quitarle la candidatura fueron revelados por el candidato en un desayuno con columnistas en casa de Raúl Cremoux, una semana antes del asesinato, cuando, a una pregunta de Miguel Ángel Granados Chapa, Colosio afirmó que “soy víctima de las perversidades del sistema” y acompañó su frase con el puño y el dedo pulgar señalando hacia arriba para identificar la jerarquía superior que lo estaba presionando: el presidente Salinas de Gortari.
En efecto, pues, como afirmó Salinas de Gortari en su carta, había una doble lucha por el poder: la disputa de proyectos ideológico-políticos en el forcejeo por la candidatura presidencial del PRI.
3.- La disputa por los proyectos de nación venía desde 1981 cuando López Portillo optó por la candidatura neoliberal de Miguel de la Madrid Hurtado por encima de la del político nacionalista Javier García Paniagua. De la Madrid y Salinas de Gortari le dieron un giro estratégico-ideológico-histórico al régimen político, enterrando a la Revolución Mexicana y entregando la economía a Estados Unidos vía el Tratado de Comercio Libre.
En doce años hubo un relevo de la clase política y el desplazamiento de los políticos tradicionales del nacionalismo revolucionario. Colosio fue cincelado por Salinas como un funcionario que tuvo la presidencia del PRI y luego la política de bienestar social, pero con la tarea fundamental de continuar el modelo neoliberal de mercado subordinado a EU.
Cuando Colosio se alejó de ese neoliberalismo y mostró en su discurso del 6 de marzo una ruptura en la continuidad salinista y un convencimiento a la prioridad camachista de la reforma política, en dos y media semanas se soltó a la jauría del poder para ir acotando y acosando a Colosio y para romperle las vías de comunicación y entendimiento con el presidente.
En este escenario se destacó la figura del superasesor salinista Joseph-Marie Córdoba Montoya, quien estaba impulsando la precandidatura de Zedillo y que había envenenado el oído presidencial con versiones adversas a Camacho y deslizando, al estilo de Fouché, insidias contra lo que comenzaba a manejarse en el entorno presidencial de traiciones de Colosio.
La candidatura suplente de Zedillo regresó la sucesión de 1994 al cauce de control presidencial y de consolidación de la continuidad del proyecto neoliberal salinista. La ruptura de Zedillo con Salinas no fue por ideas económicas, sino para echarle al expresidente el fardo del cadáver de Colosio.
4.- Las argumentaciones sobre el 23 de marzo han carecido de la reflexión normalmente abierta de cualquier fiscal mediocre: los hechos no se determinan por el resultado. Para algunos investigadores, el incidente ocurrido en Buenos Aires con el presunto intento de asesinato de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en septiembre de 2022 con un tirador que se acercó a ella y usó una pistola que falló en el disparo pudiera de alguna manera servir como un punto de referencia a posteriori de Lomas Taurinas: el perfil de Mario Aburto, el uso de una pistola usada y sin mantenimiento y la aglomeración al terminar el mitin ha llevado a algunos investigadores informales a la tesis de que no se trató de asesinar a Colosio sino de herirlo y generarle un ambiente de inseguridad que lleva implícito el mensaje de retirarse por sí mismo de la candidatura.
Casos muy significativos de magnicidios hablan de los dos grandes escenarios de incidentes: el que apuesta a la agresión directa y cercana y el modelo Kennedy de francotirador. La investigación del caso Colosio la pervirtió el fiscal Miguel Montes, designado a propuesta directa de la señora Diana Laura Riojas de Colosio, porque envenenó su indagatoria: primero dijo de manera oficial que el asesinato había sido producto de una acción concertada –es decir: crimen preparado desde el poder– y luego se enredó tratando de explicar que se había confundido y que se había tratado de un asesino solitario.
La tesis del asesino solitario en un caso de alto contenido político y peor aún: en una de las sucesiones presidenciales más tensionadas se desmoronó un año después del final del sexenio salinista con la carta pública del expresidente Salinas de Gortari revelando dos apreciaciones del ambiente que rodeó al crimen en Lomas Taurinas: la tremenda lucha por el poder y la disputa violenta entre dos proyectos de nación.
El caso Colosio fue cerrado por Salinas de Gortari para autoexonerarse, pero sus propias argumentaciones son elementos clave para reabrir el caso como un crimen político del poder donde él mismo aparecía involucrado.
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