Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
En algún momento pensé que era un mal sueño o una pésima broma producto de las noches de insomnio y los duerme vela mañaneros. Ese momento en el que no sabes si sigues dormido o despiertas entre brumas, lagañas y hasta goles.
Escuché entonces, a través del monitor, el noticiero de la mañana, algo sobre la comparecencia de la señora Rosario Piedra Ibarra ante los diputados, en el sentido de que el Instituto Nacional Electoral –la instancia autónoma fieramente atacada desde Palacio—fue omisa y hasta partícipe de la matanza ocurrida en 1952, cuando ciudadanos se manifestaban pacíficamente en defensa de su voto.
Pero no, no era un mal sueño producto de la pesadez de la cena, era una de las notas principales del noticiero por la mañana, en la cual se daba cuenta de que la señora Piedra, titular, por dedazo, de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) justificaba –según su entender de piedra—y ante el asombro de los legisladores el por qué transformar al INE.
Dijo, y es de sorprender los niveles de falacia y hasta de locura, lo siguiente:
«La impunidad no empieza ahorita. La impunidad lleva años en este país, lleva atropellos, ejecuciones extrajudiciales y por eso la recomendación que hicimos para lo del INE, porque hubo una masacre terrible en 1952, el 7 de julio de 1952. de más de 500 ciudadanos mexicanos que se manifestaban en forma pacífica y lo único que pretendían era que se respetara el derecho al voto».
Los ojos de los diputados federales casi se desorbitaron cuando la señora Piedra –que debería estar del lado de las madres que buscan a sus hijos desparecidos y son objeto de amenazas y hasta homicidios, o de las mujeres que ven cada día perder a más de diez de ellas a manos de feminicidios, o de los padres de los 43 de Ayotzinapa, que aún no encuentran paz y sosiego por la muerte o desaparición de sus hijos — que en el conflicto poselectoral de hace más de medio siglo, que derivó en la llamada Masacre de la Alameda, y que entonces el INE había participado con su silencio.
Obvio que guardo silencio el INE, pues aún no había sido creado, pues el nacimiento, del tan señalado organismo por parte del gobierno de la 4T, ocurrió a principios de los 90s, luego del monumental fraude que llevó a Carlos Salinas de Gortari a la máxima magistratura y arrebató el triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas. Entonces las elecciones las organizaba y calificaba la Secretaria de Gobernación, a manos de Manuel Bartlett.
Desde ese día la titular de la CNDH ha cobrado importancia por sus dislates, falacias y argumentos casi demenciales. Nadie le cree y menos perdona que los motivos de su recomendación obedecen a que “la matanza, los asesinatos y atropellos fueron motivados por temas electorales y el que la mayoría de los mexicanos están a favor de las iniciativas de democracia participativa».
Piedra Ibarra no sólo defendió a capa y espada su postura, sino que también aseguró que esta cumple con lo que dice el artículo 102 de la Constitución. Sin embargo y es de recordarse que siete integrantes del consejo consultivo de la CNDH la rechazaron. Es decir que la han dejado sola en sus afanes de defensa a la reforma exigida por Amlo y ya muy pocos confían en sus dichos. Tan piedra y tan sola se encuentra.
De la misma manera y tocante a la controversia constitucional que interpuso el 15 de noviembre en contra del árbitro electoral ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Piedra Ibarra dijo que es para defender su autonomía. Empero, ese mismo día el INE interpuso un recurso contra la Comisión a la que acusó de excederse en sus facultades y violar su autonomía.
La señora Piedra –quien, a juicio de legisladores panistas, hace honor a su apellido—se exhibió sola en su afán por defender las posturas de su jefe, por defender la línea que le mandan desde palacio, pero sin argumentos creíbles. Tan así que ni su misma bancada la sacó del lodazal, ni fue mencionada en las famosas mañaneras del presidente López, tratando de hacer tareas que van más allá de su comprensión.
La señora se ha convertido en una piedra en el camino a la democracia participativa, que tanto pregona, y en un serio obstáculo para la defensa de los derechos humanos de todos les mexicanos.
La señora ya es de risa y candidata a ser la defensora de los derechos humanos en Qatar, donde prevalece la violación de los mismos, la misoginia, la homofobia y un desprecio a los derechos de los trabajadores.
Entendí por qué se negaba a comparecer y argumentar que tenía su agenda completa. No era por desdén al Legislativo, era la carencia de argumentos.
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