Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
¡LA VERDAD DETRÁS DEL LLANTO PRESIDENCIAL!
El martes 15 de febrero del 2020, la cada día más menguada audiencia de las “mañaneras” presenció, atónita, lo impensable; el llanto del presidente.
Sí, igual que en su momento ocurrió con López Portillo y con dictadores populistas como Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Evo Morales, el mexicano López Obrador no pudo contener el llanto en medio de un mensaje público.
Y es que en ese momento en Palacio se vivía la cresta del mayor escándalo del gobierno de López; una intrincada trama de corrupción diseñada desde Palacio para saquear los bienes de la nación.
Pero el hilo fino del tema es que, como todos saben, en el corazón del escándalo aparece José Ramón López Beltrán, primogénito a quien el presidente intentó justificar en medio del llanto.
Y para defender a su hijo, López “jugó el juego” de la víctima y, para ello, rememoró luchas sociales en Tabasco y la supuesta “persecusión” que vivió junto con sus hijos.
Sin duda que se trató de una poderosa pieza de propaganda al mejor estilo de las “dictaduras bananeros” de nuestro tiempo; mensaje que, sin embargo, no resiste la más elemental confrontación con la realidad.
Y es que sobre los hechos narrados por el presidente por lo menos existe una evidencia documental, contenida en las páginas 190. 191 y 192 del libro Diarismo, del periodista y escritor Marco Lara Clarhr, quien reseña lo que vió en torno a López Obrador durante la toma de pozos petroleros de Tabasco (entre 1995 y 1996) por grupos radicales encabezados por el hoy presidente.
Pero vamos por partes.
Como ya se dijo, el martes 15 de febrero del 2020, en el montaje “mañanero”, un periodista palero volvió al tema de moda; la crítica desde Palacio a los medios, por las corruptelas de la llamada “casa gris”.
López Obrador aprovechó para ofrecer una dramatización sobre lo difícil que fue para él y sus hijos la lucha social desde la oposición, pasando por persecusiones y vigilancia oficial contante.
Pero hete aquí que un buen día, cuando implacables fuerzas del orden pretendían someter a Obrador por bloquear pozos petroleros, casi de forma milagrosa aparecieron periodistas de La Jornada que, sin más, hicieron el papel de “nanas”, “sirvientas” y “guaruras” de los hijos del hoy presidente.
Sin duda una dramatización “chabacana” y “engañabobos”.
A tal hecho milagroso y furtuito se refirió Obrador el 15 de febrero en donde vimos a un mandadtario quebrado por la fatalidad de que su hijo mayor de nuevo es víctima de quién sabe qué terribles fuerzas del mal.
Así lo dijo AMLO, en medio del llanto contenido: “Cuando empezamos a ser oposición, en Tabasco, nos costó mucho trabajo conseguir escuelas, para que los incribieran, a mis hijos. Ya se pueden imaginar las que hemos pasado. Ellos saben que, desde niños, hemos tenido carros de vigulancia enfrente de nuestra casa…
“Yo traía orden de aprehensión y para obligarme a que me amparara o me fugara, pasaban helicópteros, en ese entonces del Cisen y se quedaban encima de la casa… por eso le agrandezco mucho a Lourdez Galaz, una periodista y a Carmen Lira que los fueron a buscar…. ¡a mis hijos!”, relató con la voz cortada.
Ya repuesto López sintetizó: “Mis hijos saben qué es esto; me da mucho orgullo que resistan…” (Fin de la cita)
Lo cierto es que el diario La Jornada es y siempre ha sido el mejor instrumento de propaganda para López Obrador; hoy semillero de los más locuaces “asesores” presidenciales y antaño centro operación para protestas como el asalto a los pozos petroleros de Tabasco, ente 1995 y 1996.
Y la mejor prueba aparece en las páginas 190, 191 y 192 del libro “Diarismo” en donde Marco Lara Klahr, narra que en esas fechas, ya como reportero de La Jornada, viajó a Tabasco para acompañar a Rodolfo F. Peña –ya fallecido–, quien se desempeñaba como presidente del Consejo de Administración de La Jornada.
Rodolfo Peña y Carmen Lira –hoy propietaria de La Jornada–, eran compadres de AMLO, ya que habían bautizado a los dos hijos mayores del hoy presidente.
Así lo dice Marco Lara: “Rodolfo Peña se hospedó en el Hotel Calinda Viva, de esa ciudad. Pasado el mediodía –cuando estaba por salir rumbo a la casa de Andrés Manuel–, intercambió unas palabras con una mujer acompañada de dos niños: la reportera Lourdes Galaz y los dos hijos de López Obrador, ella explicó que los llevaría de compras y luego al cine.
“Después de salir del hotel, Peña viajó rumbo a la casa de López Obrador, ubicada en el fraccionamiento Galaxias, en donde Rosa Icela Rodríguez comía apresuradamente en un rincón de la sala de la casa.
“Al ver entrar a Peña, Rosa Icela Rodríguez se puso de pie de un salto y saludó casi con gesto militar. Dijo: “Pues aquí estamos, al pie del cañón; no queremos que se lleven a Andrés Manuel; a ver cómo, pero no podemos permitirlo””.
“Los días siguientes, Rodolfo F. Peña recorrió los plantones ubicados en los accesos a los pozos mientras el reportero José Gil Olmos seguía los acontecimientos afuera del Centro de Readaptación Social ubicado a las afueras de la capital tabasqueña.
“De las cinco personas que viajaron a Tabasco, trabajadores de La Jornada –Rosa Icela Rodríguez, Lourdes Galaz, Rodolfo F. Peña, José Gil Olmos y el narrador de los hechos–, únicamente uno cumplía un trabajo periodístico. Todos los demás eran militantes del movimiento de López Obrador. Y de eso han pasado más de 25 años”. (Fin de la cita)
Queda claro que el llanto no fue mas que un montaje; un poderoso acto de propaganda “engañabobos” para victimizar a López.
Y queda claro que La Jornada es el mayor instrumento de propaganda y que hoy también sirve para saquear el dinero público, junto con la pandilla de pillos que dizque asesoran al presidente.
Al tiempo.