Opinión/José Luis Camacho Acevedo
López Obrador decidió desde el domingo correr a Santiago Nieto
· Sin el escándalo de Lozoya no habría tenido eco el de Guatemala
· Una plaza desata las ambiciones en la Comisión de Competencia
Hasta ayer se confirmó:
López Obrador tuvo reflejos rápidos el pasado fin de semana en cuanto se enteró de los escándalos originados en Guatemala.
En el aeropuerto La Aurora y en Antigua.
En su gira dominical por Tula, donde anunció inversiones a granel para la refinería y el municipio, el tabasqueño ya tenía toda la información.
Y ahí, acompañado de Adán Augusto López, Rocío Nahle, Octavio Romero y varios colaboradores más, tomó la decisión de remover a Santiago Nieto.
La forma de difundirlo, mas no de informar de su cese al todavía titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), era cuestión de tiempo.
El otro tema pendiente era a quién poner en su lugar, decisión al final decantada por un viejo activista de la izquierda y parlamentario de largo tramo.
Pocos lo recuerdan, pero con el nombramiento de Pablo Gómez Alvarez se saldó un añejo conflicto mutuo originado en 1999.
Entonces Cuauhtémoc Cárdenas prefirió a Andrés Manuel López Obrador sobre Amalia García, Pablo Gómez y otros aspirantes perredistas.
Pablo Gómez impugnó judicialmente a López Obrador por no tener residencia en el entonces Distrito Federal como lo exigía la ley.
El resultado es historia: Ernesto Zedillo pidió extenderle un certificado como si cumpliera la Constitución y tuviera plenos derechos para jefe de Gobierno.
DE LOZOYA A NIETO
Pero hay muchos ángulos más.
Con el retiro de Santiago Nieto se manda el mensaje a muchos cercanos de no tolerar enfrentamientos ni actitudes contra el discurso presidencial.
En este caso los enfrentamientos mayores de Nieto fueron con Alejandro Gertz Manero, cuya Fiscalía General de la República (FGR) ambicionaba.
El choque llevó a Gertz Manero a rechazar la consignación de muchas denuncias de Nieto por considerarlas carentes de sustento.
Y las actitudes contra el discurso presidencial fueron la falta de austeridad en un país extra México y el conflicto, colateral pero causante del escándalo, de funcionarios en viaje privado y con dólares bajo sospecha.
Todo esto no hubiera sido sin el escándalo de Emilio Lozoya en abierta burla a la justicia y las críticas al régimen por su cena en el Hunan.
VACANTE EN COFECE
Una vacante en la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) ha despertado la codicia de muchos.
Entre otros de la ex presidenta comisionada Alejandra Palacios, quien concluyó su gestión el pasado 9 de septiembre tras siete años.
Amén de su injerencia, de por sí censurable, Palacios arrastró durante su gestión muchos señalamientos por conflicto de intereses e influencias.
La criticaron por extralimitarse en sus atribuciones cual si fuera reguladora de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).
Dejó pasar la fusión de Disney y Fox pese a la concentración de la televisión de paga, misma situación con Grupo BAL en derecho de arrastre de ferrocarriles.
La misma situación sucedió con los bancos, lo cual benefició a BBVA Bancomer y así con otras prácticas monopólicas.
Alejandra Palacios se fue y dejó otro tema pendiente, el cobro de comisiones en bancos y en el uso de tarjetas de crédito y débito.–