El agua, un derecho del pueblo
A partir de la certeza de que el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 será aprobado sin objeciones por la mayoría parlamentaria morenista que ni siquiera se ha preocupado por revisarlo a fondo, de todos modos queda la inquietud de que el gobierno del presidente López Obrador carece de una propuesta central de modelo de desarrollo y que la Cuarta Transformación (4T) es un discurso sin racionalidad económica.
Los giros de enfoque en los modelos de desarrollo estuvieron determinados por la planeación integral: el Plan Global de Desarrollo 1980-1982 y el Plan Nacional de Desarrollo 1983-1988 viraron el rumbo social de la república con De la Madrid; el Plan Nacional de Desarrollo 1989-1994 consolidó la globalización neoliberal de Salinas de Gortari, los Planes de Fox y Calderón carecieron de enfoques y el Plan 2013-2018 de Peña Nieto consolidó el neoliberalismo 2.0 con las reformas estructurales de segunda generación.
El PND 2019-2024 tiene dos partes: la dogmática (páginas 1-63) y la programática (páginas 6-225), con la confusión de que tiene paginaciones reiteradas pero separadas.
Las dos partes carecen de coherencia y articulación no sólo en metas, sino en programas específicos.
La primera puede resumirse en el concepto de Manifiesto Populista y la segunda apenas dibuja tres grandes metas –justicia y Estado de Derecho, bienestar y desarrollo económico– con procedimientos y objetivos programáticos modestos.
La esencia de las dos partes del PND 2019-2024 radica en la continuidad del modelo de desarrollo estabilizador, globalizador y de mercado, con el dato adicional no articulado ni explicado en su funcionalidad del regreso del Estado social.
Y si bien se basa en la retórica de la 4T, al final en las 288 páginas totales no existe una explicación del concepto en sus instrumentos económicos y sociales.
El Plan sólo refiere “la responsabilidad de construir una propuesta posneoliberal y de convertirla en un modelo viable de desarrollo económico, ordenamiento político y convivencia entre los sectores sociales”.
Parece que nadie se ha percatado de un dato: en el documento legal del PND de la Gaceta Parlamentaria del 30 de abril de 2019, la parte programática incluye una carta del Presidente en las páginas 6 y 7 sólo que con una falla: la página 7 se corta en “a esto le hemos llamado” y sigue la página 8 sin texto y con el anuncio I.
Introducción. No es falla de compaginación porque a la 7 le sigue la 8 con la introducción al Plan.
Al margen de este detalle que tienen que aclarar los diputados que aprobaron el documento y el hecho de que el valor legal es lo que se incluye en el texto y por tanto no se oficializa el nombre de la propuesta presidencial, la otra parte importante que define el Plan es un oxímoron o asunción de dos metas contradictorias: el anuncio del fin del modelo neoliberal de desarrollo del periodo 1983-2018 y el anuncio de que el nuevo modelo respetará el proyecto neoliberal de desarrollo salinista en sus conceptos básicos de disciplina fiscal, estabilidad de las finanzas públicas, autonomía de Banco de México, finanzas controladas con déficit menor a 2% y estabilidad macroeconómica asumiendo la inflación del lado de la demanda.
A pesar de declarar que el PND 2019 marcará “el fin de los planes neoliberales” y “el cambio de paradigma” que “incluye el concepto mismo de desarrollo”, la propuesta en el PND no rompe con el Manifiesto Neoliberal del salinismo: mercado global, control de la inflación por el lado de la demanda y sometimiento de variables sociales a la estabilidad.
Un nuevo modelo de desarrollo debe incluir una definición de la planta industrial, de apoyo a la industria de bienes de capital, de industrialización de la producción agropecuaria, de impulso a la educación, la ciencia y la tecnología con programas de producción y no de ideologización, de reorganización de la demanda interna con mejores formas de distribución del ingreso y la riqueza y sobre todo políticas fiscales para impulsar programas sociales productivos y no asistencialistas.
El punto clave de todo modelo de desarrollo radica en la reconversión industrial impulsada por el Estado: la planta industrial sobreprotegida impidió la competitividad.
Sin embargo, en el PND 2019 nada de ello contiene su propuesta de “modelo viable de desarrollo”.
Y llama la atención el hecho de que en su campaña presidencial López Obrador afirmó que su modelo económico ideal era el desarrollo estabilizador (1954-1970, baja inflación como ancla de tipo de cambio), pero el PND 2019 (página 35) afirma que “sería imposible y hasta disparatado intentar un retorno a las estrategias del desarrollo estabilizador”.
Si la meta central del gobierno de López Obrador es pasar el PIB de 2.2% del ciclo neoliberal 1983-2018 a un 4% (menor al 6% del ciclo populista-desarrollo estabilizador 1934-1982), el PND 2019-2014 no aporta elementos analíticos para cumplir el compromiso.
La meta sensata es la de los Criterios Generales de Política Económica 2019 de López Obrador: PIB promedio anual de 2.5% en su sexenio.
Política para dummies: La política es la habilidad para enfocar problemas y solucionarlos, no para enredarlos y posponerlos.
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