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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., a 20 de mayo de 2019.- Eduardo N., alias Cayeyo Jr., fue sentenciado a 32 años de prisión por homicidio calificado por ventaja y traición en contra de Eugenio N., quien era el yerno del fiscal general Federico Garza Herrera. C
ayeyo lucía desencajado, sucio, trastornado y nervioso, luego que durante todo el juicio se le vio impecablemente vestido, pero el asesino parecía intuir lo que le deparaba el destino que se forjó y nadie de su familia estuvo presente.
Como se había dado a conocer a través de Quadratín San Luis Potosí, este lunes se dictó sentencia a Eduardo por el crimen cometido el pasado 5 de mayo de 2017 en su domicilio, ubicado en el fraccionamiento Campestre Club de Golf, donde a sangre fría, dio un disparo en el rostro de Eugenio y le arrancó la vida.
En ese entonces, la víctima era el prometido de la hija del fiscal Garza.
A dos años y 15 días del asesinato del empresario, durante la audiencia de individualización de la pena por los delitos mencionados, la Fiscalía General del Estado (FGE) pidió la condena máxima por la acusación, de 45 años de cárcel.
Por su parte, la defensa, compuesta por Rafael Aguilar, Héctor Vega y Marco Polo Méndez Alonso, rechazó el fallo condenatorio, a través de la voz de este último, quien dijo que a pesar de todo, se respeta la decisión del tribunal.
Durante esta audiencia, destacó la inasistencia del abogado Álvaro Ramírez Segura, quien ya no se presentó a la comparecencia; sus compañeros fueron cuestionados sobre ello por el juez presidente, a lo que se limitaron a responder “no pudo acudir, se le presentó otra diligencia”, argumentaron.
Mientras tanto Cayeyo, vestido con ropa color beige, ahora ya no lucía pulcro, su ropa parecía tan común a la del resto de prisioneros de La Pila, su cabello alborotado, a varios metros se percibía su caspa, lo que dejaba entrever que llevaba días sin bañarse, lo que se reafirmaba con la barba que lo hacía verse desaseado; su mirada apuntaba al escritorio, pocas veces volteaba a ver a alguien a los ojos; sus codos se detenían fuertemente en mueble, mientras sus manos tapaban sus oídos, estaba quebrado, triste.
QUISO MATAR A SU TÍO
Así, se dio paso a los testigos de ambas partes, lo que antecedería al dictamen final.
El primero en ingresar a la sala seis, sería José Antonio N., de 53 años de edad, tío de Cayeyo, quien fue llamado a la palestra por parte de la FGE, para dar su testimonio sobre la conducta violenta de su sobrino.
José Antonio, relató que el pasado 23 de abril, tras transitar en su vehículo acompañado de su esposa sobre el fraccionamiento Campestre Potosino de Golf, donde se ubica su domicilio, una cuadra antes, fue increpado por Cayeyo, con quien desde hacía varios meses presentaba algunos problemas.
“El sujeto en cuestión -refiriéndose a Eduardo N., su sobrino- me estaba esperando a una cuadra antes de llegar a mi casa, yo iba acompañado de mi esposa, al verlo tan alterado, le pedí a mi mujer que se fuera a la casa, esto para resguardar su seguridad y la de mis hijos, descendí de mi vehículo pero sin mediar palabra, él se me fue encima a los golpes, durante dos minutos me golpeó salvajemente en el rostro, logré incorporarme, poco o nada podía ver, pues me había quebrado la nariz y la sangre no me permitía ver bien, fue entonces cuando él sacó una navaja e intentó herirme en varias ocasiones, mientras mi esposa gritaba pidiendo ayuda.
“Logré esquivarlo, pero luego me volvió a tumbar al suelo para intentar ahorcarme, sin embargo, vecinos del fraccionamiento llegaron acompañados de guardias de seguridad y al verlos, Eduardo se dio a la fuga, esto me ocasionó la pérdida casi total del ojo izquierdo y que quedara desfigurado, dos días después y de una cirugía, salí del hospital para interponer una denuncia, Eduardo es una persona muy violenta”, enfatizó el testigo de la parte acusadora y tío del acusado.
Luego de finalizar con el interrogatorio, el tío de Cayeyo fue liberado e ingresó a la sala a rendir declaración Francisco N., amigo íntimo de la víctima así como socio en diversos negocios que ambos tenían, quien aseguró, días antes del homicidio habían iniciado el trato para la compra de un rancho en la Huasteca, al morir Eugenio, éste quedó con la deuda.
“Eugenio y yo éramos grandes amigos desde que teníamos 4 años de edad, compartíamos actividades, casi a diario nos veíamos por amistad y negocios en los que éramos socios, él era un hombre trabajador, emprendedor, responsable de sus padres que estaban enfermos, lo que lo hizo quedar al frente de varias empresas de natación”, explicó Francisco al tribunal para luego ser liberado.
SE SOSTUVIERON LA MIRADA
Posterior a ello, se dio paso a los testigos de la defensa, el primero en rendir declaración ante el estrado, fue Luis Carlo N., quien aseguró conocer a Cayeyo desde hacía poco más de 15 años, a quien describió como cordial, educado, no tenía problemas de ningún tipo, mucho menos violento, manifestó y finalizó con su relato.
Poco después, atestiguó Fernando N., quien reforzó del testigo anterior, al señalar que Eduardo es una persona tranquila y generosa.
Al cabo de unos minutos, su testimonio finalizó y también fue liberado por la defensa.
Mientras tanto, Cayeyo se notaba nervioso, hurgando fuertemente su nariz y viendo de reojo al tío de la víctima, quien le sostenía la mirada, haciéndole entender, que la lucha por obtener justicia siempre estaría allí.
Fue entonces cuando el tribunal hizo mención que la Fiscalía pedía una pena máxima para Eduardo N., Cayeyo Jr., de 45 años de cárcel, tras un grado de culpabilidad alto, aunado a una sanción pecuniaria de 339 mil 705 pesos que deberán ser pagados al estado por el delito cometido; además de 226 mil 470 pesos como pago por la reparación del daño a la parte ofendida, en este caso, el hermano de Eugenio, de nombre Bernardo Salvador N., pero también debería pagar 4 mil 529 pesos por gastos funerarios.
El juez presidente dio la palabra a Bernardo Salvador N., quien mesuradamente, solo expresó lo siguiente: “Eduardo es una persona violenta, la sociedad lo sabe”, sentenció.
Fue el turno de Cayeyo, a quien se le concedió la palabra, pero se limitó a las siguientes palabras: “No tengo nada qué decir”, pronunció con su voz hueca.
“EL ASESINO NO SALDRÁ”
Así, el tribunal determinó un receso para analizar cuál sería la condena para Eduardo por el homicidio contra Eugenio, éste duró poco más de tres horas, reanudándose a las 2:14 de la tarde.
De inmediato, la voz la tomó el juez relator, Roberto Martínez, quien dijo que por unanimidad, se determinó una culpabilidad media por el delito de homicidio calificado por ventaja y traición.
Esto en base a los principios de individualización aplicados ante la gravedad atípica del delito que cometió, todo de acuerdo a la Constitución Política Mexicana.
El juez relator describió que se tomaron en cuenta los datos de prueba aportados durante el juicio, donde se comprobó su culpabilidad, exponiendo que las bebidas ingeridas por Cayeyo el día de los hechos fueron bajo su propia voluntad, nadie lo obligó, lo que revela la ventaja de los acontecimientos en su domicilio, pues Eduardo sabía dónde estaba cada cosa, por ser su territorio, mientras que Eugenio adoptó sin querer la figura pasiva, esto tras no comprobar lo dicho durante el juicio, que presuntamente se encontraba armado con un cuchillo, versión que fue desechada por el tribunal.
A ello se le suma la traición, pues se concluyó que la víctima y el victimario eran amigos y compartían varias actividades juntos, además de que el estatus de Cayeyo (intelectual, profesional y social), lo hicieron consciente de los hechos.
“No hay un motivo ni razón para quitarle la vida (a Eugenio), estuvo en ventaja y traición”.
Explicó el juez relator Asimismo, el tribunal dijo desestimar la declaración del tío de Eduardo, José Antonio N., al expresar que no comprobó su dicho sobre el carácter violento, pues los hechos relatados de su presunta agresión, no fueron ingresados con la respectiva denuncia que este interpuso contra su sobrino.
Fatal error de la Fiscalía.
Tampoco, se podía comprobar su alta culpabilidad sobre los hechos, por lo que se determinó que Cayeyo tiene una culpabilidad media, tomando en cuenta, como se refirió, algunos datos de prueba vertidos durante el juicio.
Fue así, como se determinó la culpabilidad media de Cayeyo por el homicidio de Eugenio N., con lo que sus derechos políticos y civiles quedarán suspendidos durante los próximos 30 años, esto al menos por ahora, ya que la defensa se mantiene en el dicho de apelar la decisión del tribunal y llegar a todas las instancias pertinentes para comprobar su teoría: homicidio en riña.
Por su parte, Eduardo Castañón, tío de la víctima, argumentó que el pago por la reparación del daño es lo de menos, ya que su sobrino irremediablemente perdió la vida, y ningún pago será suficiente, sin embargo, se dijo satisfecho ante la justicia que recibió el caso.
Aunque agregó que, de acuerdo a las declaraciones de la defensa sobre una apelación, se mantendrán pendientes de lo que legalmente ocurra, pues no permitirán que un asesino quede en libertad.