El agua, un derecho del pueblo
En Tabasco, su tierra, Andrés Manuel López Obrador sufrió la más artera y cobarde agresión por parte de la prensa que político alguno haya padecido. En 1988 que dimitió al PRI para ingresar al naciente Frente Democrático Nacional (FDN), comandado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el ahora presidente padeció la más agreste campaña de descalificación que este reportero haya conocido en 32 años de oficio.
Quizá en esa “infancia política” haya que rastrear la aversión del de Macuspana por los periodistas.
En su columna de ayer, Raymundo Riva Palacio, uno de los periodistas más respetados de México, estableció que “la relación de los medios de comunicación con el presidente Andrés Manuel López Obrador es cada vez más difícil”.
“Se esperaba que sus conferencias de prensa mañaneras iban a ser un instrumento útil, donde trasmitiría un mensaje sin intermediarios a sus gobernados y, al alimón, respondería las dudas de quienes procesan, ordenan, contextualizan y jerarquizan sus declaraciones, los medios de comunicación”, sostuvo.
Varios periodistas, apuntó Riva Palacio, “lo han confrontado por la forma como estigmatiza y polariza a los medios, utilizando como peyorativos los calificativos de ‘fifís’ y ‘conservadores’, y cada vez los medios le exigen respuestas a sus preguntas, no evasivas ni ataques”.
El autor de Estrictamente Personal, uno de los espacios periodísticos más leídos del país, es pesimista en el tema: “Las cosas apuntan a que empeorarán”.
Es posible que López Obrador no crea en la importancia de la prensa: su triunfo del 1 de julio pasado fue arrollador, a pesar de la resistencia de algunas empresas editoriales que también lo achicaron en 2006 y 2012.
En 1991, durante el primer éxodo tabasqueño a la Ciudad de México encabezado por él, el reportero le oyó decir que los mejores medios mexicanos eran La Jornada, la revista Proceso y el diario especializado El Financiero, del cual quien esto escribe era corresponsal.
Un reflejo de que no le da importancia a la prensa es que en su discurso de agradecimiento al pueblo de México, destacó en su victoria la importancia de las “benditas redes sociales”, las cuales ahora le han enderezado una feroz campaña a medios y periodistas.
¿Tiene razón AMLO? Es difícil entresacar de esos detalles las razones de su hostilidad con los medios, pero hay motivos para creer que el trato que le dio la prensa tabasqueña a finales de los ochenta y hasta mediados de los noventa que emigró a la capital del país, influyó en ese sentimiento.
Cuando era dirigente del PRD tabasqueño, en los albores de los noventa, medios tabasqueños subvencionados por la administración de Salvador Neme Castillo le publicaban a ocho columnas textos calumniosos sobre su vida privada.
Las empresas enviaban reporteros a Tepetitán a “hacer historias” sobre López Obrador, “entrevistando” a sus vecinos.
Esas portadas no soportaban el menor rigor ético, y sus contenidos no eran material periodístico, sino calumnias magnificadas por órdenes de inserción.
Ahora ferviente seguidor de AMLO, uno de los trabajadores de prensa que dio la “exclusiva” de un episodio de zoofilia jamás probado, y que incluso fue reproducido en un “libro” sobre la vida del primer mandatario, le dijo hace poco a este columnista que él no tuvo responsabilidad en ese capítulo vergonzante del periodismo tabasqueño.
“A mí me dieron la orden de entrevistar al que declaró eso contra López Obrador, yo solo cumplí una orden”, justificó 30 años después.
Más aún, dice que él hizo “un trabajo profesional”, pues “tuve fuentes”.
ESTICTAMENTE PERSONAL…
LOS PEORES ATAQUES a López Obrador durante su carrera opositora se los hicieron en Tabasco. Le consta al reportero.