Sin mucho ruido
¡LA ESTUPIDEZ COMO POLÍTICA PÚBLICA!
Cada vez queda más claro que el objetivo del actual gobierno no es empujar el desarrollo, la creación de empleos y menos detonar la economía del país; el objetivo es conseguir la reelección de López Obrador, a costa del dinero público.
Es decir, que el presidente no utiliza el dinero de los ciudadanos para crear condiciones propicias para el desarrollo y el empleo y tampoco para atender las necesidades de marginados y enfermos; de sectores vulnerables y de quienes viven condiciones de riesgo social y familiar, como las mujeres y los niños maltratados.
No, el nuevo gobierno y el presidente utilizan el presupuesto para comprar conciencias, para garantizar lealtad, votos y para mantener elevada la popularidad.
¿Y para qué quiere un presidente dizque de izquierda, como Obrador, comprar conciencias y mantener elevada su popularidad?
La respuesta es elemental; porque desde el primer día de gobierno, Obrador no trabaja para el bienestar del país y de los mexicanos; trabaja para su reelección en 2024. ¿Lo dudan…?
Como parte del análisis sobre el futuro económico de México –en el nuevo gobierno–, y la proyección del sexenio que inicia, una importante cadena de tiendas departamentales preparó un estudio sobre el impacto de las nuevas políticas públicas asistencialistas –regalar dinero a manos llenas–, que inauguró López Obrador.
El resultado es es demoledor y, sin duda, de escándalo.
Todos los programas de apoyo a jóvenes estudiantes, “ninis”, madres solteras, ancianos, presos, campesinos, pequeños comerciantes y… muchos otros, impactan en poco más de 40 millones de ciudadanos mexicanos.
Es decir, que por lo menos en el primer año de gobierno de AMLO, casi el 50% del Padrón Electoral recibirá una dádiva, ayuda, estímulo o un puño de pesos que lo mantendrá atado al benefactor de moda; hombre bondadoso que no exige trabajo, ni resultados, ni buenas calificaciones, ni productividad para regalar dinero a manos llenas.
¿Y qué significa lo anterior?
Puro sentido común; significa que López Obrador tiene garantizada la
reelección. Por eso, y sí y sólo si, trabaja para mantener esa popularidad.
Detrás de ese hallazgo –de 40 millones de beneficiados del reparto de dinero–, también pudiera estar la explicación al fenómeno de la creciente popularidad del presidente, a pesar de que el país experimenta los primeros signos de una debacle económica de proporciones catastróficas.
Y también por eso, el propio presidente se ha encargado de decir, en todos los tonos y en todos los foros que, de ahora en adelante, en su gobierno, el dinero será entregado en propia mano, sin costosos intermediarios.
¿Por qué ese particular interés de entregar el dinero en propia mano?
Porque al presidente le interesa que la gente entienda que el benefactor no es el gobierno, no las instituciones, no los funcionarios; López Obrador es el que da y quita. ¡Y punto!
Pero esa curiosa manera de comprar conciencias también ha inaugurado un inédito: “¡La estupidez como política pública!”.
¿Y qué significa eso?
De nuevo debemos recurrir al sentido común.
Como todos saben, los gobiernos democráticos resuelven los grandes problemas sociales con políticas públicas capaces de atender al mayor número de personas, de la mejor manera y, sobre todo, con el menor costo.
Así, por ejemplo, para atender el problema de las madres que trabajan y no tienen quién cuide a los hijos se crearon las estancias, en donde profesionales del cuidado y el desarrollo infantil atienden a los niños mientras las madres se desarrollan laboralmente.
¿Pero cuál fue la respuesta del gobierno de AMLO a una eficiente solución como las guarderías?
Una auténtica estupidez; cancelar las guarderías y entregar dinero a los padres de los niños, quienes, a su vez, pagarían a los abuelos para el cuidado de los infantes.
Una estupidez similar se propuso para los refugios y para los comedores comunitarios; regalar dinero. Mañana, Obrador podría salir con la ocurrencia de desaparecer escuelas y hospitales a cambio de regalar dinero para que cada cual pague su educación y su salud.
Es decir, “la estupidez como política pública”.
Al tiempo.