
Visión financiera
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de febrero de 2019.- Descubrió el hilo negro don Jorge Mario Bergolio; debería de haber hojeado -y ojeado-, un volumen de arqueología.
Las capas de la tierra de siglos y siglos, evidencian en los conventos del mundo fetos y fetos sepultados en el afrentoso huir de un pecado…¡o de una violación! Ahora el papa descubre que algunos sacerdotes violan monjas y la burla oculta de los propios prelados que lo acompañan esconde su presunta ignorancia. Quizá porque frente a la pederastia, violar mujeres es para ellos un pecado menor. Algo que no lastima a su dios.
Así lo considera el machismo rampante en el mundo, con las violaciones cotidianas en los hogares de parte de los propios familiares que deberían de proteger y en todo reducto en donde una mujer se aventure sola ante un tipo que se considera con derecho a vulnerar.
La propia sociedad lo ha prohijado y una iglesia hipócrita, la católica, la ha secundado con su misoginia.
Pero el papa Francisco no ha consultado los propios documentos vaticanos o las notas de L’ Osservatore Romano de los últimos tiempos en los que el diario oficial de la Santa Sede informa sobre el estado de explotación en el que viven las monjas en el mundo, en calidad de sirvientas de los curas, muchas de ellas.
Ya en el 2001, El País publicó – en investigación posterior-, las denuncias que hizo la titular de Cáritas Internacional Marue O’ Donahue en 1995, ante el representante español de los Institutos de Vida Consagrada, el cardenal Eduardo Martínez Somalo.
Cuando la mujer le habló de las violaciones cometidas por decenas de sacerdotes contra monjas en conventos, el prelado se quedó frío. O lo fingió. Se ordenó una investigación que al parecer no dio frutos por lo que ahora menciona Bergolio.