Teléfono rojo/José Ureña
Epistolario
Con todo
Por Armando Rojas Arévalo
VIANEY: A siete días de que se realicen las elecciones para gobernador en Coahuila, Estado de México y Nayarit –y 212 alcaldías en Veracruz- ya podría predecirse el resultado. En el Estado de México trabaja a todo lo da la maquinaria electoral y los compromisos del Presidente y el PRI con gobernadores, senadores y diputados federales que están operando el triunfo de ALFREDO DEL MAZO.
El Estado de México no se puede perder. Primero, porque significaría una catástrofe para el Presidente y el PRI con miras al 2018. Segundo, la derrota acabaría con el virreinato de 88 años del PRI en esa entidad.
Coahuila y Nayarit son importantes, pero no tanto –políticamente- como el Estado de México. Con seis millones de electores, es la “joya de la corona”. Si gana DELFINA, gana ANDRÉS MAN UEL LÓPEZ OBRADOR. Si ganara –lo cual se antoja remoto- JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA el candidato del PAN a la Presidencia automáticamente sería RICARDO ANAYA. Tanto DELFINA como JOSEFINA han convocado a sacar al PRI.
Son muchos factores que influirán en la elección del Estado de México: El incremento de la violencia (feminicidios, asaltos, homicidios, robos de automóviles, etcétera), la presencia cada vez más fuerte del crimen organizado y la baja popularidad del Presidente PEÑA NIETO, quien fue gobernador del estado.
El PRI ha puesto a caminar su maquinaria electoral a todo lo que da. En un momento de sofocación, el partido podría hasta inhibir el voto de muy diversas maneras. También, si DEL MAZO no repunta aplicar el Plan B, que sería apoyar a JOSEFINA. No hay que perder de vista que JUAN ZEPEDA, el candidato del PRD, podría inclinar la balanza pasándose al lado de DEL MAZO o de JOSEFINA, según las circunstancias.
Lo fundamental es no perder la gubernatura, o mejor dicho el poder.
A qué se ha comprometido el Presidente con los gobernadores y sus respectivos séquitos que operan –unos clandestinamente, y otros de manera pública- a favor del MAZO. Échale. Cuando menos a que designen sin que nadie en el partido diga nada, candidatos a alcaldes y a diputados y senadores. Cuando menos.
LA QUE cabalga en caballo de hacienda es JOSEFINA. No suda ni se acongoja, porque si pierde la gubernatura del Estado de México la espera un escaño en el Senado por la vía plurinominal y su hija puede hasta ser diputada. O SEA, perdiendo gana.
De acuerdo a una reciente encuesta, la intención del voto es la siguiente: DELFINA, 36.6 por ciento; DEL MAZO, 25.4; JUAN ZEPEDA, 17.0 por ciento, y JOSEFINA, 14.0 por ciento.
DE OTRAS COSAS, lo que ha hecho el Congreso de Morelos no tiene progenitora. Acaba de aprobar la reelección de diputados y alcaldes hasta por cuatro ocasiones. Así se las gasta GRACO.
POR CIERTO, mientras en Cuernavaca proliferan los problemas urbanos, su alcalde CUAUHTÉMOC BLANCO juega en las canchas internacionales cada vez que lo invitan. Se le vio jugando y anotando el único gol en el último partido en la historia del estadio Vicente Calderón, casa del Atlético de Madrid.
Por si te interesara saber, CUAUHTÉMOC no peleará la gubernatura de Morelos. Quienes saben de esto me informan que ya tiene prometida una senaduría.
MIENTRAS TANTO, unos 2 mil habitantes de diez pueblos guerrerenses de los municipios de Zumpango y Tepecoacuilco ya formaron su propia policía comunitaria.
Están hasta la madre de la violencia y la ceguera y sordera del gobierno que no hace caso a sus reclamos de seguridad frente al azote de grupos delincuenciales.
Los policías comunitarios hicieron este domingo una marcha por la paz en Mezcala, y desde el mediodía bloquearon totalmente la carretera federal en el tramo Iguala-Chilpancingo.
ANOCHE, platicando con dos amigos sobre la precaria situación en que se encuentran los hospitales públicos –escasez de medicinas, mala atención, falta de equipo moderno para la atención de los pacientes- uno de ellos se preguntaba furibundo ¿qué debemos hacer?
Todo se derivó por la plática de una amiga doctora que fue a visitar a una familiar de ella al Hospital General de la ciudad de México. “Salí abatida y asqueada”, dijo. La camilla no tenía ruedas, la paciente, a pesar de que llevó sus propias medicinas, se moría del dolor porque las enfermeras no se las suministraban, y el olor era casi nauseabundo. “Me fui a mi casa rápidamente, lloré de tristeza y rabia en todo el camino y al llegar me metí a la regadera a quitarme el olor que se me había impregnado”.
“Qué hacer, carajos”, gritaba mi amigo. Te juro que no sé la respuesta. Hasta anoche creía que las denuncias públicas y en los medios por la situación de los hospitales, eran suficientes. No, no es cierto. Pregunto, como lo hace mi amigo, ¿qué hacer? Te puedes pasar los días y los años gritando, y como si estuvieras en el desierto.
Qué hacer en este país para que te hagan caso, me conduce a una respuesta violenta. ¿Es necesario un levantamiento?