COMITAN DE DOMÌGUEZ, Chiapas a 12 marzo de 2017.- Hace 11 meses, Julia Torres, se reencontró con Richard Riding, un inglés australiano que recorría en bicicleta el continente americano desde Alaska, y en Comitán de Domínguez, asumió el compromiso de incorporarse en el periplo hasta La Patagonia, solo que ella lo haría desde Colombia, porque días antes había sufrido un asalto en la selva Lacandona y estaba temerosa de recorrer Centroamérica.
Al ingresar a territorio chileno, Torres, escribió atrás de su playera la frase: “Ninguna pared va frenar el talento y el coraje mexicano”, dirigido al presidente Donald Trump y el Partido Republicano, para protestar por la iniciativa de construir un muro en la frontera entre México y los Estados Unidos, en un intento por contener el flujo migratorio.
En su bicicleta, Julia colgó también una bandera de México, que ha llamado la atención de automovilistas argentinos y chilenos que se encuentran por la carretera y se paran para animarlos: “¡Vamos México!”, otros les levantan el dedo pulgar, en señal de triunfo o se paran a charlar.
“La gente nos está apoyando muchísimo más que sí fuéramos ciclistas normales. Incluso se paran a preguntarlos y hablar con nosotros”, cuenta en entrevista telefónica antes de cruzar el Estrecho de Magallanes, el último trecho que aun les queda por Chile, para entrar a Argentina.
Torres y Richard tiene previsto llegar a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, donde culminarán su recorrido. El habrá de recorrido 23 mil kilómetros desde Alaska y ella 11 mil 400, pero aun le falta un poco más de 460 kilómetros para llegar a la meta.
Después de 11 meses de recorrer seis países, Julia se ha propuesto descansar y comer bien, porque ahora en La Patagonia, “está haciendo mucho frio” y para ella este clima “me está molestando”, además de “que no es lo mismo dormir dentro de una casa que acampar junto a la nieve”, dice.
En junio del 2016, Riding llegó a Comitán de Domínguez, como integrante de la red Whan Shower (duchas calientes), que ofrecen casas para personas que viajan en bicicleta por todo el mundo. Ahí Julia y Richard se vuelven pareja y es cuando la abogada decide hacer el recorrido.
Antes, Julia egresada de la Universidad Autónoma de Chiapas, con una maestría en derecho ambiental por la American University Washington Collage of Law y una especialidad en Sudáfrica, había fundado el movimiento ciclista Insolente, de carácter nacional y usaba esporádicamente la bicicleta para ir al trabajo y realizar algunas mandados en Comitán de Domínguez, pero después de hablar con Richard propuso que en el recorrido visitaran proyectos comunitarios de preservación del medio ambiente, de género y defensa del territorio de los pueblos indígenas.
Así, con un capital de 4 mil dólares, Julia y Richard iniciaron el recorrido, dinero que han tenido que estirar para sobrevivir y conseguir recursos extras con las asesorías que brinda Julia en materia ambientas para las comunidades indígenas de Chiapas. Por día gastan 10 dólares, “pero siempre pasa algo”, como alguna enfermedad y hay que comprar medicinas o comprar alguna pieza de la bicicleta y es cuando se dispara el presupuesto.
En algunas ocasiones Julia se estresa, “porque nos desfasamos de este presupuesto”, ya que con ese dinero tienen que viajar a Nueva Zelanda, donde Richard trabajará unos meses para luego recorrer ese país y al término hacer el circuito perimetral de más de 15 mil kilómetros por Australia.
En 11 meses de viaje, Julia cuenta que la etapa que le resultó más difícil fue su paso por Bolivia, donde desarrolló un asma a los 5 mil metros de altura sobre el nivel del mar, aunque Perú también le dio problemas, pero no tantos como en el primer país, que “era muy difícil montar bicicleta y tosía todo el tiempo”.
“Para mi fue muy frustrante disminuir la velocidad”, explica, porque cuenta, les llevó más tiempo recorrer algunas distancias en el altiplano ecuatoriano.
Al inicio del recorrido, Julia asegura que también sufrió, porque no tenía los músculos suficientes para pedalear y “estar en la rutina de acampar diario, comer lo que está disponible, cambiar la dieta alimenticia y cambiar un estilo de vida”.
Hija de un maestro de literatura, Julia rememora que una de sus escritoras favoritas es Rosario Castellanos, que desde muy niña llegó a vivir a Comitán de Domínguez, donde se inspiró para escribir la novela Balún Canán y ella cuando lo leyó la obra, “fue como volar en el tiempo y ver que lo mismo que sucedía antes en Comitán, todavía se replica de alguna manera en esta zona”.
En este viaje los amigos guatemaltecos de Julia, de la etnia acateca de la comunidad La Gloria, en La Trinitaria, que los ayudó para conseguir sus documentos como emigrados le siguen en Facebook, así como las mujeres tojolabales de la comunidad Saltillo de Las Margaritas y mames y chujes de la comunidad Tziscao, en los Lagos de Montebello, que la animan y la felicitan por haber realizado el periplo.
-¿Qué les dirías a las mujeres del mundo?
-Que nosotras somos pieza clave para poder cambiar nuestras circunstancias, no solo las de la familia, sino de una población completa. Nosotros somos dadoras de vida y por eso tenemos una capacidad increíble para poder determinar hacia donde debería ser la vida y calidad de vida (…) por eso digo que somos pieza clave para cambiar de vida, estilo de vida y calidad de vida, hacia una vida sustentable que de amor y que sea y que esté en coordinación con la naturaleza.
Este domingo Julia llegó a Ushuaia y después de ahí volará a Australia, pero por algún tiempo no podrá regresar a Chiapas.