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En Morena caben muchos, pero no todos: Nahle sobre Yunes
Cómo hacerle el juego a Morena
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de diciembre de 2016.- Lo único que heredó el PRD del ADN del viejo Partido Comunista Mexicano que le cedió el registro como partido fue el sectarismo por encima de la racionalidad. Los gobernadores perredistas trataron de aislar al jefe de gobierno perredista en la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, pero al final ellos quedaron aislados en el PRD.
Los expriístas Arturo Núñez y Carlos Joaquín, el expesetista (PST echeverrista) Graco Ramírez Garrido Abreu y el perredista Silvano Aureoles Conejo primero se definieron como “gobernados progresistas” porque no alcanzaron la dimensión de “izquierda”, luego plantearon la unidad excluyendo a Mancera y finalmente ignoraron que el PRD se perfila como cuarta fuerza en las elecciones presidenciales del 2018 con apenas el 7% de los votos y bajando.
Los liderazgos perredistas han ignorado una realidad: la fundación de Morena y la dirigencia activa de Andrés Manuel López Obrador han desplazado al PRD del tercer lugar político al cuarto y en cada elección pierde más votos.
Lo único que ha salvado al PRD ha sido su alianza con la derecha panista y con los resabios del priísmo excluido de candidaturas.
Ante las auto declaradas precandidaturas presidenciales de Ramírez y Aureoles y sus activismos en la república — con sus estados sumidos en el desastre político– , su presencia en las encuestas no pasa del 1%, en tanto que Mancera ha tenido que cargar con los problemas del PRD para tener un 7% por sí mismo y aumenta más si aparece fuera de la boleta del PRD y se localiza en los espacios de candidaturas independientes.
De ahí el mensaje político implícito en la alianza de los cuatro gobernadores perredistas: o el PRD se une alrededor de una candidatura realmente competitiva o sus posibilidades en el 2018 se verán reducidas a la condición de partido de la chiquillería.
La estrategia de Mancera de apostarle a un cuarto polo político — luego del PRI, el PAN y Morena– no se sustenta en la posibilidad de asumir la alianza de Movimiento Ciudadano o el PT, sino en el objetivo de construir una candidatura ciudadana alrededor no de una ideología sino de una propuesta de gobierno. El PRI va por la continuidad del grupo del presidente Peña Nieto, el PAN tendrá que cargar con el peso negativo de la fresca presidencia de Felipe Calderón y Morena se va a ahogar en el polémico caudillismo bonapartista de López Obrador y su presidencia legítima.
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