Libros de ayer y hoy
CDMX, 27 de octubre, 2016.- Apenas hace unos meses Silvano Aureoles Conejo, gobernador de Michoacán, denunció públicamente a los profesores de la sección XVIII de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) porque imponían por tradición al titular de educación en la entidad como una forma de presión para no marchar, se quejó de que los gobernadores tenían que cumplirles todas sus demandas para que no hablaran mal del gobierno, así como de firmar en una ocasión una minuta de 400 millones de pesos para los dirigentes sindicales con tal de que mantuvieran tranquilos a los maestros.
Por ello, aseguró que esto provocó que el estado estuviera en ruinas. En su discurso, el cual circuló en las redes sociales hace cuatro meses, aseveró que el estado o se arregla o se arregla, y que nunca el interés particular de unos cuantos, por muy legítimo que sea, iba a estar por encima del interés general de los michoacanos. Muy seguro manifestó que la CNTE “con sus bravuconadas asustan a presidentes municipales, asustan a quien se les pare enfrente, nada más que esto se acabó, a mí no me van a asustar con el petate del muerto.”
Es evidente que el posicionamiento del primer mandatario michoacano es voluble y deja en evidencia que sus embestidas a la disidencia magisterial fueron parte de una mera representación dramática, pues ayer anunció una tregua con los que antes llamó necios y fascistas.
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