Abanico
Disfrazado de Bronco, –rompiendo protocolos– Jaime Rodríguez Calderón intentó entrar al Palacio de Gobierno de Nuevo León a lomos de Tornado; la multitud –en la Macroplaza– lo impidió. O cabía el gobernador, o cabía el caballo asustado.
Antes –en la ceremonia de toma de posesión– El Bronco recordó ser el primer gobernador independiente del país; ignora que no hay gobernadores independientes y sí constitucionales, substitutos, interinos o provisionales… y que todos son dependientes de la Ley…
El primer gobernador sin partido –eso sí–, aprovechó cada minuto de su mensaje para fustigar a su antecesor, Rodrigo Medina… y a su papá también.
«Se les acabó la fiesta a los bandidos; la corrupción sin llenadera”, asestó sin mirar a Medina –con Miguel Ángel Osorio Chong en medio, quien tenía los ojos cuadrados… lo cual es difícil, por cierto–.
El nuevo mandamás neolonés atizó la hoguera; anunció auditorías a todas las áreas del gobierno, “sin sed de venganza pero con hambre de justicia”…
El Bronco acusa haber encontrado “una casa sucia, las columnas derruidas, fugas por muchas, el techo cayéndose en otras, y para acabarla de fregar, hipotecada (…) donde muchos se creyeron reyes y no gobernantes”. Promete un gobierno sin componendas ni complicidades: “seré una garrapata para los alcaldes”, advierte dicharachero y entrón.
El discurso –encendido– regaló a Medina olvido y desprecio…
¿Siembra vientos para cosechar tempestades?
En un desplante histriónico –¿para exorcizar vicios y riesgos del poder?– puso a la silla de Medina un letrero con la leyenda: “Peligro…no sentarse (en) esta silla enferma de poder y egolatría”… luego la mandó a la basura…
Lo que no anunció el primer gober “independiente”, es el fin de la fiesta… y la borrachera triunfal.
En papel de rockstar de la política norteña, Jaime Rodríguez aún no ha tenido tiempo de articular un plan de gobierno. Pide cien días.
El equipo del Bronco arranca incompleto. Falta el apoyo del Congreso para crear la figura del Coordinador de Gabinete, cargo prometido a Fernando Elizondo, la mano política detrás del éxito del ex alcalde de García.
Al Bronco le urge despejar dudas sobre sus apoyos y lealtades; el tamaño de su deuda con los poderes fácticos de Nuevo León.
EL MONJE LOCO: El Bronco –genio y figura hasta la sepultura– trepó a lo más alto del Cerro de la Silla; dice que sabe montar. ¿El señor Rodríguez –echador y pendenciero– está extraviado en un personaje de opereta?