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San Cristóbal de las Casas, a 19 de agosto.- La selva lacandona está en extinción, del millón de hectáreas, que posee, se calcula que entre un 50 y 70, por ciento, ha sido deforestado, por las invasiones, el cambio de uso de suelo para la ganadería y el saqueo de madreas preciosas.
El documental “Miradas Lacandonas”, que trata sobre las primeras expediciones a la selva lacandona realizadas en 1955, muestra la devastación que padece la selva hoy en día y como en seis décadas se ha reducido la cubierta forestal.
En la década de los 50’s, solo habitaban 200 lacandones mayas que hacían fuego con la fricción de 2 trozos de madera, obtenían la sal de algunas plantas y endulzaban sus alimentos con miel silvestre, pero su acercamiento con la civilización ha desaparecido esta forma de vivir.
En estas expediciones, viajaron en el primer avión que aterrizó en la selva, la fotógrafa suiza Gertrude Duby y el arqueólogo danés Frans Blons, a quienes se debe parte de la historia de la selva que hoy conocemos.
Al ritmo que avanza la destrucción ambiental de la selva lacandona, también desaparecen las tradiciones, por lo que muchos lacandones han cambiado la túnica blanca hecha de corteza de árbol, por un pantalón levys, y hasta han cambiado el pozol de maíz, por una coca cola.
Antes practicaban sus rituales ceremoniales en honor a Hachakyum, el gran Dios de los lacandones a quien pedían por la cosecha, la salud, el bienestar de la casa y de la familia.
También tenían otros dioses, entre estos a Kek, el dios del fuego; Metzabok, el dios de la lluvia, del trueno y de la pólvora negra; y de Okna, que representa la Luna, la diosa de la fertilidad.
En los actos ceremoniales, era imprescindible el balché, la bebida sagrada que se obtenía de la fermentación de la miel silvestre y ya después se empezó a usar la caña fermentada.
La banda ceremonial, era una prenda especial que dejaban por un mes en el arroyo, luego se colocaba alrededor de una vasija de barro y en la ceremonia se colocaba en la cabeza, al tiempo de que su cuerpo era pintado con achiote, del que obtenían el color rojo.
Los lacandones mayas, obtenían su vestimenta, de la corteza del harror, conocido como el árbol grande de papel, que usaban para elaborar la túnica, misma que teñían con algunas plantas.
Actualmente habitan más de 600 lacandones en Lacanhá Chansayab, Betel, Metzabok y Nahá, este último sitio es el que está más conservado por la lejanía de la ciudad.