Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Bajo el lema “hecha la norma, hecha la trampa”, por la sencilla premisa de que ellos hicieron la ley, partidos y candidatos arrancan campañas electorales completas para correr a la meta del 7 de junio y enfrentarse por el voto en las urnas.
No es una carrera de velocidad, porque el asunto es que se va al momento de la contienda y en esa forma se llegaría desinflado, sin energía y sin recursos; es una carrera en la que inician con una fuerza que se ve en el candidato y sus cualidades, ninguna, muchas o pocas; en la fama del partido, si la hay; y las posiciones que defienden hoy o en su historia, y el llamado voto duro o el voto clientelar que llueva, truene o relampaguee, tiene seguro.
Efectivamente se inicia con un voto propio, duro, cautivo, de su propiedad, de su clientela, a razón de los que por efecto reciben un beneficio, y se lanzan por el voto de los otros o el voto de quienes aún no definen su preferencia. Es idea generalizada de que esta será una elección del llamado voto duro y el voto clientelar.
El tipo de contienda electoral y debido a que no está en disputa el puesto máximo del poder político y otro grupo de altos puestos (presidencia de la república, gubernaturas y senadores) y por ser intermedia, se le clasifica como de baja participación y alto abstencionismo.
Debe considerarse también la actuación hegemónica de quien detenta el poder, en la forma de dejar competir pero no dejar ganar, a influencia también y determinación de que el político en su naturaleza de actuar debe luchar por todos los medios por hacerse del poder, ejercer el poder y mantenerse en el poder, también por todos los medios.
Los priistas, quienes hoy detentan el poder político nacional, han aprendido la lección e instrumentan, trabajan calladamente, con todo el aparato de gobierno o de manera abierta con políticas de favoritismo sesgadas, en la recomposición de su hegemonía, en el hacerse de la fuerza suficiente y más, dividiendo a los oponentes, a todos, a lo más, para así ser ganadores aún no como mayoría, sino como primera minoría.
En ese sentido de restauración ir al control completo, de todos los supuestos competidores, lampareandolos, en un supuesto cogobernar, al dejarlos ocupar algunos espacios en la conducción administrativa de los poderes, pero sin dejar cambiar políticas o el modelo económico. Al oponerse así apoyan, legitiman y reciclan el sistema en su conjunto.
La restauración incluye el control de la expresión, en el golpeteo para callar, lo que se hace ver como un conflicto o apuros de recursos entre y de particulares, más no de una voz que exhibe al poder, cerrando espacios a la voz crítica, como la que se cerró en la radio; queda ahí en el anuncio del cierre de espacios de expresión escrita, queda ahí el riesgo que después se propongan, cosa no muy lejana, en ir hasta por el espacio tan libre como el internet, a veces caótico y semejante en una moderna Torre de Babel, donde todos hablan en y a su forma, pero no se ponen de acuerdo, más enseñando que cuando lo logran son capaces de derrumbar gobiernos en tiempos tan cortos como de horas a días.
La oposición de derecha, tan mansa o acondicionada no presenta una real disputa por el poder político, más cuando le relaman y la exhiben como incapaz como cuando lo tuvo por 12 años y no logro ponerse a la altura en su manejo y ejercicio.
La izquierda tan fragmentada, confortada, cooptada, deslumbrada, moderada y moderna que hasta parece de derecha, sin presencia real en todo el país, se le debe hacer la pregunta, evidentemente va para toda la izquierda, de si en las condiciones actuales es posible un gobierno de izquierda.
En las condiciones de su fuerza real como presencia en el país, en la vecindad con los Estados Unidos, en la correlación de fuerzas en América y en la hegemonía internacional, en la disputa por apropiarse de las riquezas como piratas del siglo 21.
En estas elecciones puede haber sorpresas como la del número de participantes, la derrota de algunos candidatos o de que un candidato independiente resulte ganador.
En 2015 los organismos electorales y los partidos políticos erogarán recursos por 32 mil millones de pesos en operación, prerrogativas y gastos de campaña en los 2 000 cargos que se disputarán el 7 de junio.
Los candidatos y partidos políticos harán campaña electoral para el 7 de junio; como ciudadanos preparémonos en nuestra campaña para el día siguiente del 7 de junio, cuando será nuestra verdadera contienda y vendrán los verdaderos golpes al imponerse lo más crudo de la política económica capitalista neoliberal.