MÉXICO, 5 de enero de 2015.- Recientemente la CNDH dio a conocer un informe producto del diagnóstico realizado en 2013 en las cárceles de nuestro país. La calificación general fue de 6.1, en virtud de que en todas existen deficiencias que ponen en riesgo la salud, la dignidad, la educación, y hasta las familias de los internos y de las internas.
En la mayoría de las cárceles el trato es despectivo, el abuso y la arbitrariedad son la regla, lo cual se traduce en el uso frecuente y casi común de violencia. De igual manera, la alimentación es deficiente, escasa y de pésima calidad, propiciando el consumo adicional de productos alimenticios que se venden al interior o que son ingresados por familiares a cambio de sobornos.
Las mujeres que son madres, frecuentemente son separadas de sus hijos. Por supuesto difícilmente con todas las condiciones descritas estos niños pueden tener garantizado un sano desarrollo.
En el caso de los adolescentes internos, no existen modelos de reinserción apropiados, que contemplen la educación, deporte, esparcimiento, salud y especialmente un tratamiento contra las adicciones cuando es necesario, terapias personales y familiares entre muchas otras cosas .
Es cierto que la mayoría de la población opina que quienes están en alguna cárcel deben pagar no sólo con la privación de la libertad sino de otros derechos, podrán cambiar de opinión cuando algún familiar o directamente entren a una. ¿Qué mayor bien tenemos que no sea la libertad, además de la vida? aunque hay algunos que sin estar en prisión son esclavos de algún tipo de adicción u otra atadura mental o emocional.
Las cárceles deben dejar de ser vistas como espacios de odio y violencia. A nadie conviene que estas se conviertan en universidades del crimen que pagamos todos con nuestros impuestos. Cómo podemos pensar que alguien va a rectificar su conducta si ahí mismo se da cuenta que quienes están a cargo del “sistema penitenciario “ ( que por cierto no es un sistema ) ejercen actos de corrupción, distribuyen drogas, etcétera.
Cabe señalar que hay estudios que muestran que muchos se vuelven adictos ahí, les venden seguridad, promueven y practican la violencia. Lo único que esto puede generar, es confirmarles que para ellos no hay otro mundo, sólo ese y cuando salgan tendrán aún mayor resentimiento social, o si no salen, de igual forma sus familias que están fuera tendrán los mismos sentimientos, por eso afirmo que ahí es donde mayores acciones de prevención debemos realizar .
Una sociedad que no respeta la dignidad humana esta condenada a un alto costo. Todas las personas deben ser tratadas con dignidad, promover la solidaridad, la igualdad, oportunidades para todos, porque finalmente debemos admitir que este problema en cierta forma también significa que como Estado y como sociedad hemos fracasado en algunas de nuestras tareas fundamentales, que en la mayoría de los casos los efectos están relacionados con la desigualdad social, autoridades corruptas, familias disfuncionales con infancias llenas de violencia en la que muchos delincuentes también fueron víctimas.
Las causas y los efectos las propiciamos y padecemos todos. Si no queremos fracasar más de una vez, hay que trabajar más en prevención social empezando por respetar la dignidad humana.