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Indicador político
La politología se formalizó como estudio académico en 1950 con la fundación de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública de la UNAM, convertida en facultad en enero de 1968, durante la gestión de Enrique González Pedrero como director. En 1960 El Colegio de México, fundado en 1940 a partir de La Casa de España en México que concentró a los refugiados españoles que huyeron de la guerra civil de España 1936-1939, creó el Centro de Estudios Internacionales que concentró la especialidad de ciencia política. En esos dos centros de estudios especializados en politología se desarrolló el estudio de la política bajo el concepto genérico de ciencia política, aunque también con sus derivaciones en ideas, pensamiento, filosofía y otros similares y conexos.
La característica más importante de dos siglos de politología mexicana radica en su falta de autonomía teórica y su dependencia formal y directa –salvo excepciones– del desarrollo histórico del país, dando a luz la categoría más importante del pensamiento político mexicano: el pensamiento histórico o las ideas políticas determinadas por la fundación histórica de México. En este sentido el mapa de producción politológica de principios del siglo XIX con la fase autonomista del movimiento de Independencia a cuando menos mediados del siglo XX en que se fundó la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, estuvo determinado por la dependencia del proceso de construcción sistémica e institucional de México.
La primera reflexión politológica fue en torno a la soberanía del pueblo. La crisis que derrocó a la monarquía española en 1808 para imponer a José Napoleón como rey de España repercutió en México. El funcionario del ayuntamiento de la ciudad de México Francisco Primo de Verdad y Ramos desarrollo por primera vez en México la doctrina de la soberanía popular ante el arresto del rey Carlos IV y su sucesor Fernando VII en Bayona, para imponer a José Napoleón, hermano del emperador Napoleón Bonaparte, como rey de España. La soberanía que residía en los reyes debía de regresar al pueblo.
La producción politología en México podría agruparse en cinco fases históricas:
LOS DESAFIOS DE LA NUEVA CIENCIA POLÍTICA
El primer reto de la ciencia política mexicana debe ser el de su independencia teórica: no más atar su destino a la suerte del sistema político priísta; por tanto, definir nuevos rumbos de la crítica al sistema, a su sustento teórico y a sus referentes históricos. En Ciencias Políticas de la UNAM existe una especie de bloqueo teórico porque no se atreven a desafiar el pensamiento histórico –la Independencia, la Reforma y la Revolución– y porque sus egresados ven en el Estado su único mercado laboral.
El segundo reto se localiza en la necesidad de configurar una historia del pensamiento político mexicano, sin desvincularlo de la historia de las ideas políticas del mundo. Existe una especie de desdén hacia los esfuerzos teóricos mexicanos. Pero resulta que la interpretación de la realidad mexicana no tiene en la ciencia política internacional los referentes para explicar la política mexicana. Durante decenios, por ejemplo, los politólogos estadunidenses estudiaron a México con el instrumental cuantitativo.
Entre muchos otros temas que la ciencia política mexicana debe estudiar sobre el pensamiento político mexicano, aquí se registran tres importantes que fijaron lo que pudiera ser un esfuerzo teórico propio.
1.- Teoría del Estado en José Revueltas. En la introducción a su ensayo México: una democracia bárbara, el ensayista marxista José Revueltas planteó una caracterización del Estado mexicano: un Estado ideológico total y totalizador, no totalitario, cuya hegemonía se sustenta en el control de la totalidad de las relaciones sociales. Revueltas examinó la relación de dominio del Estado-partido como estructura corporativa.
2.- Teoría del Estado en Octavio Paz. Al criticar el funcionamiento del Estado mexicano como dominante, el ensayista y poeta Octavio Paz caracterizó al Estado mexicano como un “Ogro filantrópico”, es decir, que ejercía el autoritarismo a través de concesiones a todos los sectores.
3.- Teoría del partido del Estado en Vargas Llosa. Luego de la caída del Muro de Berlín, el escritor y ensayista Mario Vargas Llosa caracterizó al Estado mexicano como “la dictadura perfecta” porque no necesitaba ejercer la represión absoluta –sólo relativa y sobre todo quirúrgica, aún en los casos como Tlatelolco donde el control de daños ilustró el dominio autoritario– debido a que albergaba en su seno a todas las corrientes crítica, incluyendo a la rupturista. Vargas Llosa hacía énfasis en los intelectuales críticos cobijados por el Estado, pero el modelo se podía aplicar con otros sectores: empresariales, campesinos, clasemedieros, estudiantiles y hasta marxistas.
4.- La teoría de las minorías en Mariano Otero. Los dos ensayos del diputado Mariano Otero –en 1847 y 1849– delinearon una parte fundamental de la teoría contractualista constitucional mexicana, basada en su propuesta adicional de teoría sociológica. Otero propuso, ante el desorden de esos años, el “acuerdo en lo fundamental” como contrato social y político y una Constitución no como proyecto social sino como pacto entre los grupos. Y teoría de las minorías.
5.- La teoría de la justicia en Luis Cabrera. En su crítica al desvío del rumbo de los objetivos de la Revolución Mexicana, el abogado y político carrancista Luis Cabrera señaló en 1936 dos tesis fundamentales sobre los orígenes de la protesta armada que podrían haber prefigurado nuestra muy modesta contribución a la teoría de la justicia que John Rawls propuso en 1971:
–“Los problemas políticos no pueden resolverse en forma democrática pura mientras subsista nuestra desigualdad social y económica”.
–“Que no puede haber libertad política sin igualdad económica y social; pero que no puede haber bienestar económico y social sin libertades”.
La ciencia política mexicana está en crisis, pero tiene referencias históricas que debieran asumirse. Dependerá de los politólogos sacarla del hoyo o dejarla que siga hundiéndose.