La suerte de Cuitláhuac, el indeseable
Miguel Ángel Mancera padece insomnio a causa de la entrada en vigor del nuevo “Hoy No Circula”. Los demonios de la gran Ciudad de México andan sueltos… y espantan.
Las restricciones a la circulación vehicular no solo enfadaron a los dueños de “carcachas”, obligados a dejar las calles dos o cuatro sábados al mes… ellos sólo son la punta del iceberg.
En el DF las causas legitimas se pervierten, las movilizaciones se manipulan y las protestas suelen ser aprovechadas por oportunistas y vividores de la política. Seguramente desde la jefatura de Gobierno ya detectan un tufo a podrido. Tras las marchas, bloqueos y “estrangulamientos” del martes hay una estrategia que poco tiene que ver con el descontento de los automovilistas afectados.
El “Club de Mano Amiga” le pega de gritos al Jefe del GDF y vuelve a echar a andar su maquinaria para obtener más privilegios… el interés tiene pies, ruedas y echa mucho humo.
No es casual la prerrogativa a tianguistas y comerciantes callejeros. Ellos –organizados como pocos– ya lograron abrir un primer agujero al polémico reglamento. Podrán circular antes de las 8 de la mañana y después de las ocho de la noche, los días que les toque descansar, no necesitan más. Con esa “felxibilización” tienen suficiente para eludir la ley, so pretexto de su importante y encomiable labor en el abasto de víveres a 20 millones de capitalinos.
También los propietarios de autos clásicos recibirán trato especial, aunque la razón aún no está clara del todo… y ese es tema aparte.
Miguel Ángel Mancera paga otra vez a precio “alzado” su independencia partidista, su izquierdismo negociador más cercano a la social-democracia alejada del dogmatismo. A pesar de su rotundo triunfo electoral –ganó con más votos que Cárdenas, López Obrador y Ebrard– ha perdido popularidad. Sus “duros” enemigos lo acusan de tomar decisiones erradas. Son las “organizaciones” del clientelismo exacerbado, músculo popular de la masa perredista que opta por la eterna pelea de “perros y gatos”. Para que discutir si lo podemos arreglar a fregadazos.
Vientos huracanados soplan sobre muros y ventanas del viejo edificio del Ayuntamiento. Pegan del lado izquierdo… y el vendaval con rumbo acorrala al Jefe de Gobierno, ante la indiferencia cómplice de sus “colegas” vecinos… los gobers del Estado de México, Morelos, Hidalgo, Puebla, y pronto Tlaxcala, quienes fingen demencia a pesar de haber “pactado” un interés común a través de la Comisión Ambiental de la Megalópolis… que también debería contar con la participación del Gobierno Federal.
Hasta ahora, todas las pulgas se le han cargado a Mancera, ni siquiera Eruviel Avila ha salido a solidarizarse con su homólogo, pese a que los vehículos mexiquenses contribuyen tanto o más que los capitalinos en la contaminación del medio ambiente.
Los costos políticos –como las derrotas– son huérfanos… no tienen madre.
Pero más allá de la política, el “Hoy No Circula” reloaded tiene un problema de fondo. Se trata de una solución simplista a un problema complejo. No existe un programa integral para revertir el deterioro de la calidad del aire; sacar vehículos de las calles es una medida desesperada, pero no una estrategia.
El gran problema de la administración de Mancera pasa por la incapacidad de algunos funcionarios para explicar las razones de la medida. Además de obligar a dejar el auto a más de medio millón de habitantes, el GDF debe ser capaz de ofrecer alternativas –incluso mecanismos financieros– a quienes resultan afectados por la estricta medida. Apoyar a los más “golpeados”… que son mayoría.
Espantar con el tema de la salud pública resulta insuficiente, sobre todo cuando la Secretaría –federal– de Salud y otras dependencias del Ejecutivo, no dicen ni pío… y dejan solo a Mancera en la toma de decisiones sin duda impopulares.