
Humildad y distinción
BEJALTIK
F. Darinel
…
y canta y juega el viento en el camino
y en el cauce el arroyo cristalino
y en el rubio trigal las amapolas
Marcos R. Blanco Belmonte
(Fragmento; poema: El violín de Yanko)
MUCHO ALCOHOL
LOS CAMINOS DE HOY
Las cifras son alarmantes y tristes, porque aunque no hablamos de miles, con preocupación vemos que por lo menos ha muerto un enfermo alcohólico, en los meses que han pasado, mismos que a la orilla de las banquetas, o en construcciones en abandono, o terrenos baldíos, dejan exangüe y sin una lagrima para ese dolor que soportaron, su maltrecho y lastimado cuerpo.
No es raro enterarnos en las noticias de su triste muerte, ni es raro toparnos con ellos en las calles, a la salida de las escuelas, en el quicio de las puertas del servicio de urgencias del hospital, o verlos a lo lejos retando a la muerte, con la despreocupación que su estado alcohólico les produce, tambaleándose frente a los vehículos que transitan.
Desafortunadamente esto es una situación que no es privativa de Comitán, sino un mal de toda nuestra Latinoamérica, en donde también ya no es raro observar que dentro de esos tristes grupos de alcohólicos consuetudinarios, el número de mujeres alcohólicas ha aumentado considerablemente, las cuales se encuentran tan en las mismas condiciones deplorables y tristes que los hombres.
Hoy comento esto porque, creo; y sin el afán de ofender a nadie, que es casi seguro que dentro de cada una de las familias existan o hayan existido casos de alcoholismo grave o por lo menos de cierta magnitud, y lo comento también porque dado a que este es un problema social serio, es un problema que nadie toma en cuenta dentro de las agendas políticas, sociales, mucho menos de campañas.
El alcoholismo como problema social se deja ver y sentir en toda su magnitud; principalmente, en los fines de semana, excluyendo claro está a los enfermos alcohólicos consuetudinarios, porque en los fines de semana es notorio que jóvenes y adultos irresponsables que transitan a bordo de automóviles a toda velocidad, o sin ellos, sin que ninguna autoridad; del nivel que sea, haga algo por detener o por lo menos actuar, en lo que les corresponde al problema y las secuelas que este mal deja.
No es raro para nadie que el día lunes las noticias sobre accidentes, desmanes y escándalos giren alrededor de los bolos, aparte de que ahora en lunes la noticia es política, por el tiempo que atravesamos, pero básicamente es sobre este triste, penoso y real problema.
Inclusive no es necesario que sea fin de semana para que los bolos den la nota, sin embargo este fin de semana de nuevo demostró que el consumo de alcohol fue excesivo, de tal suerte que quedó constancia de ello con la tremenda cantidad de percances y accidentes, heridos y pérdidas económicas y materiales.
El problema grave y real del alcoholismo está ahí, y nadie, incluso ni nosotros mismos, nos preocupamos por buscar o proponer una solución o alternativa, a un mal que puede atacar a cualquiera de nuestra familia; todos estamos expuestos.
Es cierto que el programa del alcoholismo, me dijeron, que por ciertos miedos y amenazas muy serias, se vieron en la necesidad de detenerlo, no sé si eso sea cierto, porque lo que sí es cierto es que estamos tan corrompidos y podridos en nuestra política, y en la administración pública que algunas obscuras exigencias son concedidas.
La infiltración de lo negro es tal, que cualquier exigencia puede suceder, del tipo que sea, debido a algunas buenas acciones gubernamentales, cuando estas resultan un problema o un escollo para el desempeño, estas actividades; no todas, pero sí muchas, cesan.
El motivo que haya sido la causa de la desaparición del programa alcoholímetro, está demás comentarlo o seguir elucubrando sobre ello, lo cierto es que por lo menos, con la autonomía que el artículo 115 constitucional le da a los municipios, el nuestro bien que puede iniciar con un programa similar, no necesita del permiso o autorización de nadie y se puede implementar.
Urge, porque es necesario, por el bien y la seguridad de los que se atreven, o más bien les importa poco viajar o conducir en estado de ebriedad, pero más urgente es para todos aquellos que han muerto por causa del alcohol y sin haberlo ingerido, porque de esos, a los que me refiero, es el resto de la ciudadanía que esta cada fin de semana; por sobre todo, expuesta no solo a ser lastimada, sino a morir por una gran cantidad de alcohólicos egoístas que nos tienen en el riesgo de sus irresponsabilidades.
Sobre este tema y sobre las alarmantes estadísticas, comentaremos más la próxima semana.
Es cuanto.