
Libros de ayer y hoy
BEJALTIK
(Muchos Caminos)
F. Darinel
¡Ah, volver a nacer, y andar camino,
ya recobrada la perdida senda!
Y volver a sentir en nuestra mano
aquel latido de la mano buena
de nuestra madre
Y caminar en sueños
por amor de la mano que nos lleva.
Antonio Machado
MI RECONOCIMIENTO
LOS CAMINOS DE HOY
Siempre presente
Después de que pasa el tiempo; tal vez mucho tiempo, y que hemos dejado las aulas en el pasado, el eco de de los recuerdos no se disipa, siempre está presente. Estoy seguro que no hay día en que un evento deje de tener que ver con el recuerdo con los días escolares, con los amigos y excondiscípulos, así como también recuerdos que tienen que ver con nuestros antiguos profesores y maestros. Ya saben porque entro con este tipo de reflexión, porque estoy seguro que todos saben que hoy es el Día del maestro, que festejamos, o que se dedica este día a quienes se dan en su trabajo, en la labor de la instrucción formal, porque como bien decía o intentaba Don José Vasconcelos, que a la hoy Secretaría de Educación Pública, no se le pusiera este nombre, cuando nació durante el famoso maximato, si no que se llamara Secretaría de Instrucción, pues el concepto educación trasciende por sobre de instrucción, y de ahí que lo atinado en la gran mayoría de los profesores, su labor sea la de la instrucción, aunque vale decir que los maestros, los que adquieren este título a través de los años, como bien a apuntado Teresa Lastra, esos no solo enseñan, también educan, por la maestría que tienen para no solo instruir, sino educar.
Unos y otros
Por eso hoy 15 de mayo Día del maestro vaya mi reconocimiento a todos los que con dedicación, con honra, con vergüenza y con visión del futuro, se dedican a la difícil tarea de la enseñanza; la instrucción, porque también los hay; y creo que todos estarán de acuerdo conmigo, amables lectores, que tristemente también existen esas excepciones de aquellos profesores politiqueros, grilleros, puenteros o puentistas, o aquellos que como bien calificó Diego Fernández de Ceballos a Ernesto Zedillo, durante su trayectoria como alumnos, fueron buenos chicos, justo como calificó a la impecable trayectoria escolar de Ernesto Zedillo, quien siempre fue un alumno de diez. Y traigo a cuenta también a estos porque muchos de esos buenos chicos que hoy son mentores, descargan sus frustraciones con los alumnos y olvidan que los grupos escolares, como toda diversidad humana, también tienen diversidad de valores, conceptuales y por ende la variedad de formas de pensar, pero esto a ese tipo de profesores, que cuando alumnos fueron buenos chicos, la gran mayoría no les importa y no lo comprenden, se erigen como pequeños potentados totalitarios; unos pequeños obtusos y absurdos tiranitos de la enseñanza.
En particular
Pero para no entrar en mayores polémicas conceptuales de instructores (profesores), la temática y el famoso constructivismo de la educación en México; y disculpen por lo anteriormente apuntado, aun así, a todos los mentores sin excepción, les deseo; a profesores y maestros, que este día se la pasen excelentemente bien, sin mucho trago, sin muchos pleitos, sin muchas infidelidades, sin muchos escándalos, y eso sí, con mucha alegría. Pero aprovechando este espacio, quiero dedicar el comentario de hoy a mi entrañable profesora y maestra; quien siempre bataneca, pues vive y ha vivido siempre en el barrio San Sebastián de esta ciudad, hoy también festeja este día, este día en que no tengo más para que para regalar y refrendarle mi cariño, y mi reconocimiento con estas líneas, ella que en la primaria y a lo largo de mi vida no solo fue mi profesora, si no que siempre ha sido una amiga mía, de mi primera familia; la materna, y de esta segunda y hermosa familia con mi esposa. Por ello y para ella, para la maestra Nelly Hortensia Gordillo Montes de Oca, vaya en cada letra y en cada frase de este comentario, retazos de mi corazón y todo el agradecimiento que como alumno, y como persona soy capaz de expresar.
Allá en los 70s
A la maestra Tencha, la vi por vez primera un septiembre de 1976, allá en la última nave de aulas de la escuela primaria Justo Sierra, en el barrio Microondas. Ya antes conocía a su hermana, también muy querida por mí, la Maestra Bety, de los mismos apellidos, pero a ella no tenía el gusto de conocerla, ni tampoco a sus otras hermanas, ni a su hermano que nunca conocí. Les comentaba que ella la conocí en esa fecha; ella y sus hermanas, que como profesoras tenían fama de ser muy estrictas y exigentes, de ser muy duras, pero éste prejuicio ya marcado en mi, se desmoronó años más adelante, cuando en el ciclo escolar 79-80; del siglo y milenio pasados, cuando fui alumno de ella en 5º año de primaria.
Diferente
No lo niego al principio estaba un poco atemorizado por su menuda presencia, que en aquel entonces la veía enorme, así como también me impresionó su forma de hablar, pero el transcurso de los meses, en el que siempre apoyó y admiró el gusto que por declamar tengo, por las letras y por la palabra libre, así como mi demasiada inquietud, un atropellamiento con bicicleta, que desgraciadamente abrió la pantorrilla de una niña, su decidida y valiente protección, así como su indudable entrega maternal, me demostraron que ese prejuicio anticipado era totalmente erróneo, pues el tiempo y esas actitudes, así como sus solidaridad de siempre, me han dicho y me han demostrado que la Maestra Tencha, mi siempre Maestra Tencha, mi querida y entrañable Maestra Tencha, era todo lo contrario a esa preconceptualización, pues ella como mi primo Fredy Martín, como mi Tía Güera, son unos verdaderos panes de Dios, disfrazados de leones.
Indudablemente
Así que Maestra Tencha, déjeme Usted decirle y hacerlo público, que no olvido las tardes dedicadas para que aprehendiésemos más de matemáticas, en aquel inolvidable 5º año de primaria, con el apoyo de su esposo; déjeme decirle que no olvido su valor al defenderme de aquel aparatoso accidente que ocasioné, que no olvido su valentía para defenderme, que no olvido su fidelidad cuando en el primer concurso de declamación en el que participe, Usted me defendió de intrigas y de calumnias, que no olvido que a pesar que no estuvo tan conforme de mi última mentora en la primaria, aun así Usted me apoyo con todo su corazón y toda su sapiencia en aquel viejo y desgastado concurso de conocimientos. Pero déjeme decirle también que tengo muy claro el cariño que siempre me manifiesta, porque lo veo cada vez que me mira, en sus ojos que se alegran al verme, en sus palabras que se enternecen, que se hacen más pequeñas y más menudas, y más tiernas, al saludar a mi esposa y a mis hijos, saludándolos como si fuesen su nuera y sus nietos, déjeme decirle que he notado que su cariño lejos de extinguirse por la separación de la aulas, lejos de apagarse por una separación de años y de cerca de mil kilómetros de distancia, no disminuyó, no se apagó, al contrario, siempre ha estado ahí y ha crecido con el paso de los años. Por ello apreciada, querida, respetada y entrañable Maestra Tencha, que éste y todos los día que Dios ha destinado para Usted, lo bendiga, lo cuide y lo proteja qué dicha haberla conocido qué dicha haber sido su alumno.
Es cuanto.