Libros de ayer y hoy
Las cónyuges de los políticos siempre dan de qué hablar. Ya por las ostentosas bodas, ya por los divorcios, las muertes y, claro, por las ambiciones políticas de quienes fallidamente emulan a las argentinas Kirchner, Martínez o Perón.
CON TAL Y QUE NO LE DÉ CHAMBA
Lo adelantó desde el lunes el columnista Beto Tavira en su blog Cuna de Grillos. La separación del jefe de Gobierno del DF Marcelo Ebrard de la actriz Mariagna Prats con quien contrajo nupcias en 2006. Y tal se confirmó el martes, luego de que la ex pareja emitiera una carta en la que formalmente anuncia su apartamiento sentimental sin reproches y agravios.
Cosas de la vida. Cosas que, además, son de la vida privada de ambos, pero
¡Con tal qué Marcelo Ebrard no le dé chamba!
Porque, dada su experiencia profesional, la señora Prats bien podría ocupar alguna súper cartera del gobierno de la capital nacional en el área cultural, por encima de la que formalmente encabeza Elena Cepeda, esposa del senador perredista Graco Ramírez Garrido Abreu. De hecho, la también pintora ya lo había hecho en algún momento, cuando recibió la encomienda de organizar conciertos en el Zócalo, como los de la colombiana Shakira y, entre otros, el cubano Silvio Rodríguez, en asociación con el conglomerado CIE, a un costo aproximado de millón y medio de dólares por cada una de esas presentaciones que, por supuesto, fueron cargadas al erario de la capital nacional. Esto es, a quienes aquí pagamos cada vez más altos impuestos por el privilegio de vivir entre baches, sin agua, y ahogados por el smog.
Y porque, además, ya hay un antecedente al respecto.
Divorciado en 2005 de Francesca Ramos Morgan, con quien procreara a sus tres hijos, Ebrard le dio empleo en el gobierno que él jefatura, apenas en el 2009. No cualquier empleo. Uno bien remunerado pues percibe casi tantos recursos de la Tesorería de los capitalinos como los que recibe su ex− y con muy buen nivel: coordinadora general de Asuntos Internacionales del Distrito Federal. Una especie de canciller.
Una cancillería que, por cierto, ha estado en manos familiares de los jefes de Gobierno del DF en turno.
Porque antes de que a ese puesto llegara la ex esposa de Ebrard, ahí cobraba Cristina Martínez López aunque no usaba su apellido materno, hasta que AMLO estuvo en el pináculo de la popularidad como candidato presidencial–, originaria de Tenosique, Tabasco, quien además gozaba de la mala fama de ser déspota y grosera. Por ahí sigue aún. Sólo que ahora ya no despacha hasta arriba, sino sola, sin colaboradores, en un escritorio, reducida a jefa de unidad. Sic transit gloria mundi, pues.
Y ha sido a partir del arribo formal de la señora Ramos Morgan a las dependencias del añoso edificio del Ayuntamiento que esa cancillería ha crecido en burocracia, recursos aplicados, viajes internacional all inclusive y todo lo que usted pueda imaginar.
Sólo para que usted se dé cuenta de lo que a los contribuyentes cuesta el dar chamba a la ex señora de Ebrard cuente usted las cuatro subdirecciones con las que ahora cuenta la cancillería y, claro las ocho jefaturas de unidad departamental, con el consabido personal de estructura y de planta. Una de esas subdirecciones, por cierto, a cargo de una amiga muy cercana del ciclónico ex de casi todo Porfirio Muñoz Ledo.
Llama la atención, empero, que la madre de los tres hijos de Ebrard, en su condición de funcionaria del gobierno de la ciudad segura que el jefe de gobierno nos anuncia mediante una cantera inagotable de spots, cuente con una escolta que cualquier empresario le envidiaría: un motociclista, un vehículo blindado, y dos autos para su nutrida y bien armada escolta femenina, claro está.
¿Desquita el salario, prestaciones y viáticos la señora ex esposa de Ebrard?
Habrá quien diga que sí. Merced a ella y a su labor de cabildeo, argüirán, su ex esposo fue considerado en 2010 el mejor alcalde del mundo.
Frivolidades aparte, ella consiguió concretar la reunión de alcaldes previa a la cumbre cancunense de medio ambiente, que pese al desdén manifiesto de Felipe Calderón resultó exitosa.
En fin, que la separación de Ebrard de su segunda cónyuge es cosa de ellos. Claro que mientras no le dé chamba con cargo al erario ¿para ahorrarse la pensión alimenticia?