El agua, un derecho del pueblo
El fin de semana pasado, el Secretario del Transportes del Gobierno de Chiapas, José Foad Tanus Piñasoria, anunció el incremento en un 10 por ciento en la tarifa del pasaje en las rutas de colectivos, del ConejoBus y el Tapachulteco.
El funcionario dijo que de acuerdo a los estudios que ya concluimos, estamos en posición de hacer un anuncio de un alza marginal en el precio del transporte, un alza que va de cuatro 50 a los cinco pesos a partir del día primero de abril, que es cuando podrá hacerse efectiva.
Señaló también Tanus Piñasoria, que este incremento se dio tomando en cuenta las políticas sociales de la actual administración y hacer el menor daño a la economía familiar.
Cierto es que este aumento ayudará a los transportistas a sobrellevar el constante crecimiento en el precio de la gasolina, así como los insumos para la operación adecuada del trasporte público.
Sin embargo, lo que no se vale es que muchos de estos concesionarios no pongan su granito de arena para que la economía de los ciudadanos no se merme ante la escalada de precios.
Los transportistas no pagan nada, una gran mayoría no son ni capases de subirse a sus vehículos para manejarlos, por ello explotan a choferes con cuotas que van desde 300 hasta 400 pesos por turno, tanque lleno y lavado el vehículo.
Y eso no es todo, muchos choferes, por no decir todos, no cuentan con ningún tipo de seguridad social y prestaciones por parte de sus patrones, así que si ocurre un accidente, ellos son los más afectados, tienen que pagar sus curaciones, daños y hasta la cárcel van a dar por la avaricia del transportista.
Cuidado y se les descompone una unidad, son los choferes quienes tienen que caerse con la mitad del gasto de la mano de obra y hasta de las refacciones.
Pero subirse a una Urvan, es casi un deporte extremo, ante tanta carestía que sufren los operadores, andan como bólidos por las calles recogiendo pasaje, le juegan al piloto de Nascar, rebasando por la derecha, pegando cerrones, parándose de improviso en cuanta esquina quieran y no respetando los altos, menos los cruces de uno por uno.
Nadie les dice nada, son dueños del asfalto, pero pensándolo detenidamente, cómo no van andar trogloditas drogados cuando tienen que pagar la cuenta, el gas y la limpieza del auto, para que sólo puedan tener una ganancia de 70 a 120 pesos diarios por estar sentados ocho horas tras un volante y bajo el sol agobiante de 38 grados centígrados por turno.
Mientras que el trasportista, dueño de la concesión, esta plácidamente rascándose los gumaros en su domicilio para estirar la mano dos veces diarias por tener el privilegio de usufructuar un bien público.
No es que sea mucho el incremento, podría hasta nombrarse como justo tomando en cuenta que este no se cambiaba desde el 2008, lo que sí es una verdadera injusticia es que los transportistas crean que los pasajeros son ganado y los apretuje dentro de un colectivo hasta con 19 personas, sin contar al chofer.
Si esto no fuera lo peor, ahora sus vehículos son pedazos de chatarra, viejos, oxidados y que emiten más contaminación que una ladrillera, sin olvidar que las llantas son marca gallito, de segunda mano.
Y para rematar, pese a que la delicada conducción de los vehículos, comparada nada más con un macaco borracho, y que se producen accidentes constantes en las principales ciudades del estado, en la mayoría de los casos los irresponsables transportistas no cuentan con un seguro de amplia cobertura, lo que significa que ni el chofer, menos aún los pasajeros, cuentan con protección en caso del accidente.
Por lo anterior, sin duda el aumento del pasaje podría ser positivo para la ciudadanía en el único caso de que los concesionarios actualizarán el parque vehicular y brindaran un verdadero servicio de calidad, pero mientras el trabajo que brindan siga siendo pésimo y grosero los que verdaderamente ganan son los sátrapas de los trasportistas, que no sólo exploran a sus choferes, se hacen ricos por la necesidad de la población.
Alza sí, pero hay que exigir un mejor servicio.